jueves, 9 de agosto de 2012

Marruecos, modelo de estabilidad

DEMETRIO OLACIREGUI Q.
Periodista y docente universitario.
d_olaciregui@hotmail.com

En la actualidad Marruecos vive un momento cumbre en la consolidación de su democracia y se presenta ante el mundo como un modelo de estabilidad, de desarrollo político y socioeconómico y de firme voluntad de modernización.Eso quedó patentizado en las fiestas de conmemoración del décimotercer aniversario de entronización del rey Mohamed VI. El soberano recordó que las reformas marroquíes no fueron el resultado de los movimientos por demandas democráticas de la denominada primavera árabe, sino el fruto de un desarrollo político planificado. Los avances en pluralismo político, democracia, derechos humanos, participación ciudadana, lucha contra la corrupción e igualdad de género, no se iniciaron con la primavera árabe. En algunos casos se llevaron a cabo, a pesar de la resistencia por el contexto radical de algunos países árabes.

Desde que ascendió al trono en 1999, Mohamed VI se propuso reconciliar a los marroquíes consigo mismos y con su historia. Mediante un pacto político, único en el mundo árabe, se gestionó de manera pacífica el proceso de reconciliación y verdad. Se dio vuelta a esa página de la historia pasada marroquí, luego de determinar la responsabilidad institucional del Estado en las violaciones de los derechos humanos y establecer un plan de reformas de la justicia y de reparación a las víctimas y sus familiares.

Esa fue la base de las reformas políticas, de la mano con las transformaciones económicas y sociales. El nuevo Código de la Familia, representó un avance en el estatuto de la mujer, en aspectos de igualdad de género y creó las bases para garantizar su dignidad. Un nuevo Código de Trabajo, que regula las relaciones laborales y el entendimiento entre los empresarios, los trabajadores y el gobierno, es un modelo para África.

El nuevo gobierno de coalición surgido de las elecciones parlamentarias de noviembre pasado —tras la reforma constitucional aprobada mediante referéndum cuatro meses antes— preservó los programas que funcionaban e introdujo estrategias para mantener el crecimiento económico sostenido de los últimos 10 años. Ese desarrollo ha convertido a Marruecos en una plataforma de inversión y exportaciones, le ha permitido modernizar su infraestructura y le ha aportado recursos para enfrentar los problemas sociales con programas de solidaridad. Los resultados pueden verse en la reducción de la pobreza, el desempleo, la cobertura de salud pública y educación y los servicios de pensiones.

Mohamed VI ha trazado entre sus prioridades el proceso de regionalización y la gobernanza territorial. Esto comprende elevar el estatuto jurídico de las provincias del sur al de región autónoma dentro de la soberanía marroquí, como parte de un proceso escalonado, para alcanzar una solución definitiva a un diferendo regional que es resabio de la guerra fría y de las pretensiones hegemónicas de Argelia. La única salida viable para el Sahara marroquí, como ha reconocido la Comunidad Internacional, es la autonomía.

El monarca planteó su firme decisión de alcanzar una solución política duradera, en el marco de las negociaciones que promueve la ONU con el Frente Polisario, partiendo de la legitimidad histórica de Marruecos y de la legalidad de su postura.

En contraparte, la descomposición interna que experimenta el Polisario, se suma a la frustración y desconfianza hacia sus dirigentes por parte de los saharauis que viven hacinados en los campamentos de refugiados de Tinduf, en el sur de Argelia. Además la situación explosiva en el norte de Mali, controlado desde hace meses por una milicia islámica vinculada a la red narcoterrorista Al Qaeda, también repercute en el ánimo de los militares argelinos, de los cuales el Polisario es un apéndice.
Por el contrario, la visibilidad que adquirió Marruecos para defender las causas árabes y africanas como miembro del Consejo de Seguridad, lo convierte en un socio escuchado y respetado por parte de la Comunidad Internacional.

Marruecos está cumpliendo así su cita con la historia y aprovechando las oportunidades que ha construido, basado en una amplia concertación política y social que lo convierte en un país clave en la región y lo posiciona como el mañana del mundo árabe y africano.

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