martes, 31 de marzo de 2020

Panamá frente a una pandemia

Hace demasiado tiempo no me ocupo de este, mi espacio, libre y "soberano", para expresar mis "elucubraciones".

Triste es el momento en que decido volver a mis "andanzas escritoriles", he sucumbido a la rapidez de las redes sociales, donde con pocas palabras deja uno fluir parte de sus ideas, no pocas veces enfrentadas con las de otros cibernautas que no toleran la libertad de pensamiento y expresión de otros y suelen responder con patanerías a las ideas ajenas y a las respuestas que otros dan a lo que expresan, aunque se haga de manera respetuosa.

Hoy, me retiré temprano de las redes, después de un día un tanto ajetreado, en que debí salir en mi hora de respiro asignada por el Gobierno nacional por la cuarentena general para hacer el supermercado y otras diligencias, un total de dos horas, y el agotamiento que generan las malas noticias sobre los muertos y contagiados por el COVID-19, más la gente grosera, impertinente e intolerante que pulula por este cibermundo.

Creo que no es necesario que lo diga, pero necesito expresarlo, siento una gran tristeza por lo que estamos sufriendo todos, o casi todos, afectados por esta pandemia que muchos aún no toman en serio. Ayer, 30 de marzo, un buen amigo de mi padre murió a causa de esta, Luis Felipe Bernett, excelente médico y mejor persona. Siento que me tocó de cerca ya esta condenada pandemia, que no solo me mantiene encerrada en casa con mi perro Brad y mi gata Kitty, sino que le puso un rostro apreciado a las estadísticas de muertos.

Hoy, 31, las cifras de Panamá frente al COVID-19 llegaron a 30 muertos (no voy a usar más el término "fallecidos", a ver si "muertos" hace entender a los irresponsables), nueve recuperados y 1181 casos confirmados; y aún muchos ciudadanos en este país no hacen el más mínimo esfuerzo por ayudar a contener esta amenaza que se cierne sobre las cabezas de todos.

Cientos de irresponsables, incluidos menores, son arrestados por no respetar la cuarentena, otros hacen llamadas falsas a la línea de emergencias creada para las personas afectadas por el virus; otros, delincuentes, han procedido al robo, al saqueo de comercios y no precisamente buscando comida. Siempre digo que apenas somos cuatro millones de habitantes, más o menos, no estaré segura hasta el próximo censo de población, que supongo está en veremos con esto de la pandemia, para que haya tanta gente pobre, otra mal educada, y otra deshonesta, pero las hay.

No obstante, sé, sí, lo sé, que la gente buena es mayoría, aunque muchas veces es indiferente al bien común, pues solo está por el día a día y por sí misma y su pequeño círculo, lo cual no es malo, pero tampoco es lo mejor para el país. Todos debemos aportar, participar, no solo en las elecciones generales cada cinco años.

Tengo confianza, fe, en que saldremos de esta situación, el Gobierno, pese a los yerros iniciales y a no decidir antes de los carnavales hacer todo lo que inició justo después de que estos pasaron, está haciendo, considero, todo lo necesario e indicado para hacerle frente al reto que nos ha caído. También confío en que el pueblo, en su inmensa mayoría, acate todas las indicaciones, como se requiere, para frenar la pandemia.

Panamá, como nación, como pueblo, está frente a una amenaza real sobre la salud y vida de todos; por ende, todos debemos hacer nuestra parte para vencer a este enemigo invisible, pero letal.

¡Podemos, claro que podemos, vencer!