martes, 20 de noviembre de 2007

Niños, niñas y adolescentes..., las primeras víctimas

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Los niños y niñas, y los adolescentes, los jóvenes de la especie, ¿podríamos decir nuestros cachorros?, son las primeras víctimas de todos los males de la sociedad: la pobreza y sus secuelas; la violencia doméstica; la injusticia; las guerras; las enfermedades; la deshonestidad; la corrupción; el tráfico ilegal de todo cuanto se le ocurra a los degenerados traficar: seres humanos, órganos, drogas.
Y pese a todos los llamados de advertencia e incluso denuncias de organizaciones no gubernamentales, de organismos de las Naciones Unidas, de personalidades mundiales que utilizan el poder que les da la popularidad adquirida por lo que hacen -cantantes, escritores, actores o actrices y demás- para señalar al mundo el peligro en el que están nuestras niñas, niños y adolescentes, cada día esos peligros aumentan, sin que parezca que existe el suficiente compromiso de la sociedad y los gobiernos para detenerlos.
Desde hace 18 años existe la Convención de los Derechos del (los) Niño (s), yo agrego las ‘s’ y a las niñas y adolescentes, un documento repleto de lo que es el ideal sobre lo que debe regir en cada rincón del mundo para proteger a los seres humanos más indefensos, que a la vez son el futuro de la especie, y quienes necesitan ser, además de protegidos, beneficiarios de una alimentación adecuada; de un sistema de salud estructurado de acuerdo a sus necesidades, con suficientes centros médicos, camas, medicamentos, servidores de la salud con vocación; de un sistema educativo eficiente, moderno, competitivo, con muchas escuelas, cuadernos, libros, educadores comprometidos con su responsabilidad; de viviendas dignas; de un mercado laboral justo, en el que sus padres y madres reciban una remuneración que sea la suficiente y necesaria para llevar a sus familias el sustento, para que no exista la excusa de la pobreza para que un niño, niña o adolescente deba cambiar sus libros por herramientas de trabajo.
¿Pero qué será lo que nos hace falta para lograr que en efecto los propósitos de la mayoría se impongan sobre los malos propósitos de una minoría que asesina niños (as) y adolescentes, los prostituye, los mete en las drogas, como traficantes y consumidores, en fin, les hace víctimas de la violencia en todas sus categorías?
Y encima, la pobreza, que los hace víctimas fáciles. ¿No están los gobiernos, y las sociedades, lo suficientemente comprometidos con lograr una justa distribución de los recursos?, pues mientras en un país como Panamá se habla de un índice de crecimiento muy elevado, los sectores pobres del país no están recibiendo los efectos positivos de esa bonanza. Situación que no es exclusiva de Panamá ni de los países latinoamericanos, porque en todo el mundo hay pobres, los dejados atrás por el progreso.
Según una nota del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), con motivo del aniversario de la Convención de los Derechos del Niño (20 de noviembre de 1989): “La Convención ... Establece las bases para una nueva vida para todos los niños y niñas, y es el acuerdo sobre derechos humanos que ha logrado el mayor nivel de ratificación en el mundo. Los derechos que describe incluyen el derecho a la supervivencia, el derecho a ser protegido de influencias lesivas, del abuso y de la explotación, y el derecho a participar plenamente en la vida familiar, cultural y social”.
Además dice la nota que: “La Convención se ha convertido en una medida universalmente aceptada de responsabilidad mundial respecto a la infancia, y en un instrumento eficaz para promover condiciones y circunstancias favorables a la supervivencia y el desarrollo de niños y niñas”.
No niego que estos postulados son considerados por los gobiernos de muchos países, los cuales en su afán por honrarlos tratan de propiciar las condiciones para cumplir con el documento que ratificaron, pero definitivamente falta, y mucho.
Se debe hacer una evaluación en cada país de lo que no se ha hecho, pero una evaluación los más rápida posible, para poner manos a la obra, pues de nada nos sirve echarnos flores sobre los logros, cuando al remitirnos a los resultados, estos nos indican que lo hecho NO HA SIDO suficiente.
Para finalizar, un poco sobre las estadísticas. Según la evaluación hecha por la UNICEF por los 18 años de la Convención, no refrendada por Estados Unidos y Somalia, pese a los “desarrollos positivos” logrados en este largo periodo “en la actualidad, cerca de 27,000 menores de 5 años mueren cada día, la mayoría por enfermedades que pueden prevenirse; cada 3.6 segundos una persona muere de malnutrición, en la mayoría de los casos un niño o niña menor de 5 años. Además, el paludismo mata a un niño o niña en alguna parte del mundo cada 30 segundos; más de 15 millones de niños y niñas han perdido a su madre o a ambos padres debido al SIDA, más de dos millones de niños y niñas vivían con VIH o SIDA en 2006, pero sólo un 15% de quienes necesitan tratamiento antirretroviral lo están recibiendo”.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Un día más del periodista (Debió salir el 13 de noviembre)

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Hoy es un día en que abundarán las alocuciones, editoriales, artículos de opinión y un sinfín de agasajos para los periodistas. En todos los escritos (incluidas las entrevistas, se me olvidaban las entrevistas) y en los discursos que se den en esos agasajos no faltarán, claro, las felicitaciones, y, por supuesto, las directrices de todos sobre ‘cómo se hace periodismo’, amén de las críticas ácidas por todas las ‘campañas amarillistas hechas en contra de alguien’.
Cada año me fastidio por esto, y procuro no asistir a ningún ‘homenaje’ que se nos haga a quienes decidimos escoger este ingrato camino del periodismo, en un país en donde ser periodista es bueno cuando le conviene a alguien lo que hacemos o decimos y muy malo cuando no le conviene a, por lo menos, una persona, y peor aún si tal persona tiene poder económico o político, o ambos.
Aún dentro del periodismo no nos faltan ‘los genios’, abundan, tanto nacionales como extranjeros. Pero bueno, con eso se puede vivir, por lo menos son periodistas y en su mayoría esbozan criterios dirigidos a lograr el ideal de lo que debe ser el buen ejercicio de la profesión, no sólo en Panamá, sino en el mundo. Esto no es del todo malo, es lo conveniente y necesario en una profesión que no es nueva.
La parte molesta podría ser que los autodenominados ‘gurús’ del periodismo menosprecian el trabajo de los que no hacen las cosas exactamente como ellos dicen, desconociendo los esfuerzos que se realizan en medio de limitaciones de toda clase, e incluso, en una actitud de cuasi superioridad, quieren tachar de inmorales, mediocres, malintencionados, sobornables e incluso inferiores al resto de los mortales dedicados a esta noble, pero insisto, ingrata profesión.
Definitivamente hay mucho que los periodistas podríamos hacer mejor y con más ganas. Además, debo reconocer que, como en toda profesión, hay malos profesionales, manzanas podridas, de esos que alquilan y venden su pluma al mejor postor, de esos que se convierten en mercenarios de un gobierno, de una empresa, e incluso que utilizan el don que tienen para extorsionar, para conseguir privilegios adicionales a los que ya les otorga la profesión en su ejercicio. Porque debo admitirlo, ser periodistas nos pone en una posición de cierta ventaja sobre el resto de los mortales. Aunque no siempre y, por supuesto, no todos, solemos estar en donde el común de nuestros congeneres no puede llegar o le cuesta más que a los periodistas.
Sin embargo, existimos hombres y mujeres dedicados a esta profesión que, además de amarla y respetarla, sentimos que tenemos un compromiso con el resto de la población, no sólo de informarle lo que sucede, sino de defenderla de las injusticias, de hacer sus luchas como si fueran nuestras, borrando nuestro rostro de la imagen, como si sólo fuéramos testigos, relatores. Aunque muchas veces nosotros como personas, como ciudadanos, también seamos víctimas de las tales injusticias, y estemos al igual que el resto sufriendo por el alto costo de la vida, la mala atención a la salud, el pésimo sistema educativo y de transporte, los abusos de quienes consideran que por tener un poco más que el resto tienen derecho a pisotearnos, por los malos salarios, los altos precios de la comida y demás injusticias que se cometen.
En fin, como ciudadanos que también somos, sufrimos por lo mismo que el resto del pueblo, pero quizás nuestra solidaridad se basa en que sabemos que tenemos un arma poderosa que la mayoría no tiene, el manejo de la palabra, la información y muchas más posibilidades de correr el velo para que las injusticias no queden en la ignorancia que se cocina bajo el barro que quisieran echarle encima quienes las cometen, desconociendo constituciones, leyes y principios básicos de respeto a la vida humana, tratando de matar cualquier intento por hacer prevalecer la justicia social.
Ese es el apostolado de quienes decentemente tratamos de ejercer el periodismo, sin estar preocupados porque gobernantes, políticos y empresarios, los poderosos, los afortunados del mundo nos aplaudan y hagan reconocimientos cuando, a su juicio, hacemos un periodismo conveniente, pero a sus intereses.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Justicia para todos, por la salud de los panameños

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Cuando nos tocan lo más importante, la vida, es difícil quedarnos callados al respecto, pero más difícil es ser justos en nuestras apreciaciones sobre los acontecimientos. Sobre todo cuando todas las partes tienen parte de la razón.
Son la vida y la justicia el tema central de la diatriba que se ha generado en torno a las demandas de los gremios médicos que prestan sus servicios en el sector público. La vida, porque lógico es que la salud, la buena salud y su preservación, son el motivo de ser de los llamados profesionales de la salud.
Son justas las aspiraciones salariales de los médicos, sí, lo son; está en lo cierto el gobierno cuando señala la necesidad de mejorar la atención a la salud de los panameños, sí, claro que sí.
Pero, entonces ¿dónde está el problema? Comencemos con el lado más flaco, los médicos.
Hablando de derechos y deberes de los médicos como profesionales, deben estos reconocer, que al igual que los educadores, no todos dan lo mejor de su capacidad y dedicación en beneficio de su razón de ser, la población que acude a ellos en busca de salud. Todos los que hemos sido usuarios del sistema de salud en algún momento tendremos alguna historia de negligencia, groserías y faltas de respeto de médicos que se han cruzado en nuestro camino y los cuales, además de dar una pésima atención, actúan como si fueran seres privilegiados que merecen todo el respeto y sumisión de los pacientes, pero que no respetan a los mismos y mucho menos toman las mejores decisiones.
Llegan tarde, se van temprano, en la consulta ni miran a los pacientes, ni la presión les toman, les preguntan qué tienen (si lo supieran no necesitarían al médico, solo poder comprar las medicinas, no?), muchos tratan pésimo a los familiares de los pacientes, los cuales no pueden ni preguntarles qué tiene el familiar, porque son demasiado importantes para hablar con gente tan burda, ¿verdad?
Cuando, por ejemplo, se trata de una parturienta en uno de estos hospitales como la Caja de Seguro Social, de los del Ministerio de Salud (Santo Tomás, Nicolás Solano, etc.) aunque la referencia diga CESÁREA, pues no, la hacen sufrir hasta que ya no pueda más. La OBLIGAN a parir, quién la manda a ser pobre, caray! Si estuviera en un hospital privado no la dejan ni llegar cuando ya la tienen anestesiada para operar, aunque sí pueda tener un parto normal, las cesáreas cuestan más trabajo, pero también más dinero.
Este es solo un ejemplo, uno específico, pero muy común, doloroso y real, cuántos niños han muerto en el vientre de la madre, cuánto niños con parálisis cerebral la tienen por problemas provocados durante el parto por un médico que no quiso hacer una cesárea a tiempo, sería bueno documentarlo.
Claro que hay que mejorar la atención de salud, la cual en gran medida requiere de médicos que recuerden constantemente que en sus manos está lo más valioso de todo ser, la vida, y que en cierta forma están jugando a ser Dios. Él o ella no puede detener el curso de la vida y hacer milagros, porque, como se dice, al que le toca le toca, pero sí puede hacer la diferencia, que se tenga la certeza de que hizo todo lo humanamente posible, apoyado en lo que sus estudios y experiencia, poca o mucha, le han otorgado para dar la esperanza a quienes acuden a él de que sus vidas están siendo cuidadas.
Si contamos con ese médico o médica humano (a), consciente, responsable, cumplido (a), amable, generoso (a), solidario (a), protector (a), además de profesional y dedicado (a), tenemos un gran porcentaje de la batalla ganada.
Ahora vamos con el gobierno, el lado que tiene el poder. Cuando era chica mi mamá me decía que quien tiene la autoridad (el poder) es siempre la piedra, pero yo creo que el poder debe saber administrarse, para no caer en los excesos en su uso y no provocar situaciones irreconciliables, si se tiene la solución, pues, entonces, den la solución. Esto no se puede discutir en un campo de batalla, porque el gobierno tiene una responsabilidad suprema sobre la vida de la población. Es el gobierno el llamado a dar las respuestas, el llamado a resolver, no puede convertirse en un luchador inconsciente, que mide fuerzas para demostrar quién tiene la simpatía de la población.
Como me comenta Jean Marcel Chéry, toda huelga de servicios provoca rechazo en la población. Por supuesto que los provoca, le reitero yo. Sobre todo por la forma en cómo se han dado los servicios y porque se trata de la salud de las personas. Pero el hecho de que se esté afectando a los miles de panameños que van a los hospitales públicos a buscar atención, no le quita la razón a los médicos sobre sus aspiraciones a mejores días para ellos y sus familias, como todos los profesionales de este país.
Pero los argumentos de los representantes del gobierno NO son falsos, sin embargo, al decidir medir fuerzas quienes nos dedicamos a este negocio de analizar, con buen tino o no, nos preguntamos, ¿es hasta ahora que el gobierno se da cuenta de las fallas del sistema de salud en lo que a la atención de los médicos se trata?; ¿cómo es que a otros trabajadores de la salud SÍ se les dio un aumento, por qué no a los médicos, se les está pasando la factura por haber sido una gran piedra en el camino cuando lo de las reformas a la Ley Orgánica de la CSS?, ¿se ha convertido la salud del pueblo en un tema de discernimiento político? Ojalá no, porque de lado y lado serían unos criminales, merecedores de todo el rechazo de la población y del más severo juicio de la historia.
Para mi concepto este gobierno, formado por una gran cantidad de personas que han estado en gobierno durante los últimos 39 años, que saben cómo se negocia, se ha equivocado en todas sus estrategias de negociación para resolver conflictos internos. Parece que en democracia, perdieron la capacidad, la sagacidad, para la negociación, misma que ponen en práctica en temas internacionales.
Las carencias del sistema de salud, si bien se agravan con la irresponsabilidad de muchos médicos, enfermeras y auxiliares; en fin, de muchos profesionales de la salud, que en el sector público son una persona y en el privado otra, algo así como la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, son también debido a la mala administración de los recursos económicos, que privan a hospitales y centros de salud de los mínimos insumos para curar a los enfermos y asegurarles esa esperanza de vida de buena calidad que todos, sin distinción, merecemos.
¿A los que estamos en el medio qué nos queda?, pues, pedir que piensen en nosotros, quienes dependemos de ellos, de médicos y gobierno, que están poniendo en peligro nuestra salud, nuestra vida. Que ambos lados que ostentan el poder, y que increíblemente son la minoría, piensen en nosotros, la mayoría, que lamentablemente, igual que ellos, no podemos decidir si nos enfermamos o no, pero ellos sí pueden decidir darnos la seguridad de que cuando acudimos a un centro médico, acabados por un resfriado o una enfermedad grave, o cuando una mujer de la campiña o de la ciudad vaya a tener su hijo, recibiremos lo que vamos a buscar, buena atención y todos los cuidados a nuestra salud.

Las tradicionales dianas ahora son delito

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Estas son acciones (ver noticia de la Alcaldía de Panamá adjunta) que rayan en lo ridículo, por decir lo menos, dentro de poco no se podrá ni patinar, porque es pecado. Hay que poner reglas, pero no caer en el abuso de autoridad y violación de los derechos de la población. Parece que estamos cayendo en un estado policíaco que se protege tras el argumento de preservar la paz y tranquilidad de los asociados.
No obstante, dónde están esas mismas autoridades que sancionan a un grupo de panameños que año tras año se dedica a exaltar lo valores patrios, cuando irresponsable tiran basura hasta en el puente de la Américas; venden drogas a menores en colegios tanto públicos como privados; verdaderos criminales someten a sus familias al maltrato diario físico y verbal; pandillas de mozalbetes se toman la ciudad, haciendo peligroso hasta ir a comprar un litro de leche; depravados andan en las calles tras menores de ambos sexos, entre otros muchos males que las autoridades SÍ deben perseguir, pero no lo hacen, por lo menos no a satisfacción de la gente decente.
Esas mismas autoridades, tanto municipales como policivas, arremeten con mucho ‘profesionalismo’ y rapidez en contra de gente que cierra calles para exigir que le arreglen una carretera, porque parece que es la única forma de que en este país se le preste atención a la población; contra quienes invaden un terreno propiedad del Estado, lo cual no es correcto, pero no deja de ser una solución para quienes cansados de esperar que mejoren sus condiciones de vida, deciden buscar un camino difícil para darse las respuestas que de otra forma no tienen, y ahora contra quienes simplemente quieren homenajear a la patria.
Porque ahora resulta que esas autoridades deciden cómo, cuándo, y dónde los panameños tenemos ‘su permiso’ para manifestar nuestros sentimientos patrios, ¿es este un estado autocrático?, ¿debemos tener ahora los ciudadanos temor de salir a las calles a expresarnos?, ¿debemos pedir permiso a los alcaldes para celebrar lo que nos parezca celebrar?
¿Qué sigue?, ¿van a ponerle reglas a quienes celebran la Navidad sobre cómo arreglar sus casas, qué adornos poner, cómo vestirse, qué comer y beber, a qué hora llegar a la iglesia, a qué hora estar en casa y a qué hora acostarse?
Todo tiene un límite, se deben poner reglas, pero no deben ser reglas que hagan sentir a la comunidad que se le coartan sus libertades naturales, establecidas claramente en la Constitución, en donde se habla de libertad de reunión y de avisar a las autoridades, no de pedirles permiso.
La acción de las autoridades en este tipo de eventos debe ser única y exclusivamente de protección y vigilancia, para garantizar la paz y seguridad de los participantes, que no hayan peleas, robos, excesos, que son hasta lógicos en donde se reúnen más de 10, pero no de limitar el derecho a reunión y celebración so pretexto de evitar excesos.
Cuidado, que todo en exceso, aunque se tengan buenas intenciones, daña... y cansa.

NOTA DE LA ALCALDÍA

No contaba con los permisos alcaldicios para realizar diana
SANCIONA CON B/.3,000.00 A JUSTINIANI

El representante legal de la Banda Centenario, Javier Justiniani González, fue sancionado por la corregidora de Bella Vista, Lourdes Guerra, con una multa de B/.3,000.00 por violación al Decreto 4113 de 26 de junio de 2006.
La corregidora Guerra señaló que "el señor Justiniani se encontraba el 3 de noviembre a las 12:10 de la madrugada en los estacionamientos del almacén Collins, ubicado en vía España, realizando una actividad de dianas, para lo cual ni siquiera había solicitado permiso de la Alcaldía".
La sanción impuesta se fundamenta en el Artículos Tercero del Decreto 4113 de 26 de junio de 2006 que establece que las emisiones de ondas sonoras que provoquen ruido y que provengan de residencias unifamiliares y multifamiliares edificios por departamentos, establecimientos comerciales, entre otros y que provengan de cualquier actividad que se lleve a cabo en locales cerrados o en áreas abiertas, serán sancionados por la autoridad administrativa de policía.
El Artículo Cuarto de la misma norma señala que las violaciones contra lo dispuesto serán sancionadas por los corregidores y los jueces de policías nocturnos, atendiendo a la gravedad de la falta, con multas de hasta B/.3,000.00 y el decomiso de los equipos o artículos utilizados en la comisión de la infracción.
La Alcaldía de Panamá prohibió este año la celebración de dianas que no contaran con los debidos permisos municipales, así como la ingesta de bebidas alcohólicas durante los desfiles, con el propósito de evitar actos que atentaran contra la moral y las buenas costumbres, tal como sucedía en años anteriores.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Nuestro Lídice está de fiesta, pero hablemos de algo bonito y algo no bonito

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

El pueblo panameño siempre ha sido solidario con el mundo entero, a veces no somos muy nobles entre nosotros mismos, pero siempre hemos sido un buen pueblo, al que es muy fácil hacer vibrar las fibras más íntimas de su corazón.
Por ello no es de extrañar que por los años 40 Panamá decidiera hacerse eco de las reacciones mundiales en contra de una de las tantas atrocidades cometidas por los nazis al barrer literalmente un pueblo, con la intención de borrarlo de la faz de la tierra, por el atentado perpetrado contra uno de sus representantes.
La forma de protesta de los aliados fue tomar el nombre de aquel pueblo para bautizar y rebautizar poblaciones en diferentes países. Entre ellos, Brasil, México y Panamá hicieron honor a aquellos mártires y por ello hoy a las faldas del Cerro Trinidad en el distrito de Capira, los panameños tenemos un hermoso valle llamado Lídice, lo cual es un motivo de celebración cada 31 de octubre.
Desfiles de reinas, antorchas, carrozas, estudiantes de primaria y secundaria y, por supuesto, los bailes populares son la medida para celebrar la ocasión que, aunque de manera sencilla, se procura realzar cada año, llevando un toque de alegría a la población, lo cual además sirve como apertura de la celebración de las fiestas patrias.
Pero..., hablemos de todo un poco. Lídice es un lugar muy bonito, mismo que aún sobrevive casi totalmente a la presencia humana, pese a que se nota ya la mano inmisericorde de los que no creen en la importancia de poner la basura en su lugar, o creen que el lugar de la basura son las orillas de carreteras y veredas, los cauces de los ríos y quebradas o cualquier lugar en donde sientan que tienen ‘derecho’ a tirar sus porquerías.
Además, hay problemas con la venta y consumo de drogas; los raterillos (en este sentido es de lamentar que la presencia de la Policía Nacional es muy esporádica, sólo se les ve con ‘seguridad’ cuando hay algún baile, supongo que se paga el ‘servicio’ de seguridad PRIVADA); quema de terrenos para la siembra; tala de árboles; y en las casas quema de basura, sin respeto a las reglas establecidas por la autoridad del corregimiento, que parece no enterarse de que cualquier día y a cualquier hora se quema basura en las áreas habitadas.
De igual forma, el agua no es de la mejor calidad, a veces (con más frecuencia de la deseada) tiene color, olor y sabor, además de ‘premios’ y suele suspenderse el servicio, aunque más para la estación seca, en que el servicio se convierte en una verdadera calamidad. Este ‘verano’ que pasó hubo ocasiones en que se dejó de recibir el vital líquido hasta por 36 horas continuas, sin recibir ninguna explicación, pero sí la cuenta. Aunque obligada a ser justa debo decir que en agosto cuando fui a la agencia de Capira a pagar me encontré la sorpresa de que tenía un crédito a favor por poco menos de tres meses por todos los días que estuvimos sin agua este año. Aunque sinceramente, y sin ánimos de parecer malagradecida, les digo que yo prefiero pagar, pero recibir el agua TODOS los días del año sin excepción. Principalmente porque el tener el problema de suministro trae como consecuencia la necesaria práctica de mantener agua en recipientes de toda clase y quizás muchos somos (me incluyo sin modestia) conscientes y responsables con mantener dichos recipientes limpios y libres de larvas, pero lamentablemente somos los menos, y eso se comprueba fácilmente, porque el Ministerio de Salud se ve obligado a mantener un programa permanente de inspección y fumigación en el área.
Otros problemas sociales en este bello paraíso lo son la deserción escolar, embarazos en adolescentes, pobreza y pobreza extrema, que los afectados tratan de solventar con agricultura de subsistencia, pero claro que no es suficiente. Por si fuera poco las vías de acceso no están en las mejores condiciones. Incluso la vía principal es víctima ya de la falta de mantenimiento, pese a ser una vía bonita y casi bien hecha, digo ‘casi’, porque no sé qué ingeniero civil inventó que las carreteras nacionales no vienen con paso para peatones (veredas o aceras) ni suficiente espacio para detener los vehículos por cualquier percance, pero sí con puentes más angostos que la vía, lo que obliga a que los que van de subida le den ‘chance’ a pasar primero a los que van de bajada, o viceversa, porque ambos no caben en el puente al mismo tiempo.
No obstante, desde principios de este año se comenzó con un programa de construcción y mejoramiento de vías, pero, siempre el indeseable pero, dicho programa sigue dejando por fuera áreas, que si no son importantes betas de votos para las elecciones, si están habitadas nada más y nada menos que por seres humanos, que requieren de los beneficios que traen consigo las vías de acceso en buen estado. Siempre abogo por una linda comunidad llamada Majara, porque me molesta que por ser un lugar en donde dicen que la mayoría son panameñistas no se haya logrado que les hagan su carretera, que no creo que sea de más de cinco kilómetros. Sobre eso me dijo uno de esos politiqueros perredes que “por qué el gobierno de Mireya Moscoso no se las hizo”, jo! Sobran las palabras para responder a semejante estulticia, pero este es mi Panamá, lleno de ‘caciquejos’ políticos que ganan elecciones prometiendo lo que no deben con los recursos de todos y ‘castigando’ con la falta de respuestas gubernamentales a quienes consideran que no los apoyan.
Pero volviendo al tema, Lídice es un lugar donde están pendientes muchas tareas, poseedor de una naturaleza exuberante, por utilizar un término común, pero explícito; con una tierra rica y buena en donde la cosecha se levanta airosa, cuando no la afectan los bichos y el mal tiempo, pues, como ya señalé, una considerable parte de la producción es agricultura de subsistencia, carente de orientación y posibilidades de que sus dueños tengan los recursos suficientes para insumos, que les permitan producir con mayor calidad y cantidad, haciendo de esta una labor rentable, que los saque de la pobreza en que se levantan.Hace falta a las faldas del Cerro Trinidad esa misma solidaridad que hace 60 y tanto años llevó a las autoridades panameñas a cambiar el nombre de El Potrero por el de Liditz o Lídice, para que todos sus pobladores gocen de los beneficios de ese crecimiento económico que nacional e internacionalmente se le alaba a Panamá.

Algo más sobre la historia del Lídice original

Lídice es un poblado de Checoslovaquia (actual República Checa), destruido por las fuerzas Nazis, durante la II Guerra Mundial. Aparece mencionado en la literatura desde 1318. Antes de la industrialización del área, muchos de sus habitantes trabajaban en las minas y fábricas de los pueblos cercanos de Kladno y Slaný.

La masacre...

En 1942 el dirigente de las SS, Reinhard Heydrich, era 'protector' de Bohemia y Moravia, ocupadas desde 1939. El 27 de mayo de 1942, se dirigía desde el Castillo de Praga al sector de Holešovice, cuando fue atacado por dos guerrilleros de la resistencia checa, Jozef Gabčík y Jan Kubiš, entrenados en el Reino Unido, que habían descendido en paracaídas en diciembre de 1941, como parte de la Operación Antropoide. El 4 de junio de 1942 Heydrich murió en el Hospital Bulovka de Praga, por una infección. Lo que hizo enfurecer a Hitler, quien ordenó al nuevo gobernador de Bohemia, Kurt Daluege, que hiciera lo necesario para encontrar a los asesinos, iniciando así una brutal represión en contra de la población civil checa. De todas las operaciones de venganza, la más conocida es la ocurrida el 10 de junio. Ese día, fuerzas de seguridad alemanas rodearon el poblado de Lídice, cerrando todas las salidas. Este pueblo fue escogido por ser uno de los más activos en contra de la ocupación nazi, entregando a la resistencia una gran cantidad de partisanos. Al entrar al pueblo, toda la población fue sacada de sus casas, separando a todos los hombres mayores de 15 años llevándolos a un granero. Al día siguiente fueron todos fusilados. Otros 19 hombres y 7 mujeres que trabajaban en una mina cercana, fueron llevados a Praga y también ejecutados. Las mujeres y niños restantes fueron enviados al campo de exterminio de Ravensbrück, donde un cuarto de ellos murió en las cámaras de gas o por el trabajo forzado. Los niños por su parte, fueron llevados al campo de concentración de Gneisenaustreet el Łódź (actual Polonia), donde fueron separados en base a criterios raciales. Los que podrían ser objetos de 'arianización', fueron enviados a Alemania, mientras que los 82 restantes fueron asesinados en Chelmo. El poblado fue destruido y totalmente arrasado. Un documental original, realizado por los soldados alemanes ha sobrevivido como testimonio de la masacre. Un total de 340 personas fueron asesinadas (192 hombres, 60 mujeres y 88 niños). Lo mismo le sucedió a otro pequeño poblado, Ležáky, dos semanas después: los hombres asesinados, las mujeres enviadas a los campos de concentración y los niños 'arianizados' o enviados a las cámaras de gas. El resultado final de la represión por la muerte de Heydrich fue de 1,300 personas, entre partisanos, altos dirigentes checos y víctimas circunstanciales, como los habitantes de Lídice.
Los Lídice de hoy
El pueblo original fue reconstruido en 1949. Tras la masacre, muchos pueblos de diferentes países tomaron su nombre. San Jerónimo Aculco, en el DF de México, cambió su nombre por San Jerónimo Lídice; se creó el barrio y hospital Lídice en Caracas, Venezuela; y en Panamá se creó Lídice de Capira; así como varios pueblos en Brasil. De esta forma el nombre del pueblo es recordado pese a las intenciones de Hitler. Hoy el pueblo checo se levanta en un área contigua al original, donde existe un gran parque-monumento en memoria de las víctimas. La villa de Ležáky no fue reconstruida, y solo hay un monumento.