miércoles, 13 de mayo de 2009

Un ejemplo de superación

DORIS HUBBARD-CASTILLO

He escuchado a muchas personas decir “no puedo”, incluso alguna vez he escuchado una voz muy conocida diciendo lo mismo, pero al mirarme al espejo me reprocho la cobardía o la pereza, según sea el caso.

La generalidad de los seres humanos solemos ponernos barreras mentales a muchos de nuestros sueños, por eso nunca los convertimos en proyectos realizables; sin embargo, hay quienes se convierten en personas excepcionales, pues, aún teniendo barreras reales, se pasan sobre ellas, o a través de ellas, y dicen “yo quiero, yo puedo”.

Un digno ejemplo de estas personas lo conocí hace unos meses, a través de un artículo que me envió una colaboradora de este medio. Y... enseguida “ese chico me robó el corazón”. Una admiración de lo más pura me movió hacia él, la cual se ha visto fortalecida por el cariño y el respeto, mediante el trato con él y sus padres.

Diego Lombana Franceschi es conocido hace mucho y, hoy diputado suplente, es, a sus pocos 23 años, autor de una historia de vida extraordinaria que ha escrito desde muy pequeño, con una realidad —sordera profunda— que él ha convertido en “sólo una condición” con la que debe vivir, pero no se deja vencer por ella.

Este estudiante de Ingeniería Informática, por graduarse en agosto próximo, tiene muchos planes a futuro. Uno de los principales, el representar de manera efectiva a las personas con discapacidad, para que tengan presencia; que se les tome en cuenta; que se termine con los prejuicios que puedan afectar su participación en la sociedad, como personas que pueden aportar al desarrollo del país en todos los sectores.

Diego es un ejemplo de superación para todos, especialmente para lo jóvenes. Y es, también, un ejemplo de lo que pueden lograr los padres y madres cuando, con amor y conscientes de su responsabilidad con su familia, apoyan a sus hijos e hijas en la conquista de sus sueños, sin importar lo difíciles o imposibles que puedan parecer. Diego ha iniciado ya un nuevo capítulo de su vida, de seguro exitoso.

jueves, 7 de mayo de 2009

Un descanso obligatorio

DORIS HUBBARD-CASTILLO
(Artículo publicado en La Estrella, el 7 de mayo de 2009)

En un intercambio de correos con una buena amiga, le decía “... estoy cansada, estoy casi cayendo en la tentación de hacerle caso al rey Juan Carlos y callarme..., pero no me gusta guardarme las cosas. Además, creo que quienes (...) tenemos acceso a los medios tenemos una responsabilidad con los que no. Estoy escuchando muchas cosas que me preocupan, (...), (...), no sé si dejarme llevar por la comodidad del silencio o seguir con el cansancio de la palabra que no se guarda...”.

Al final pensé que no se admite abandonar por cansancio, sino, como decía mi recordado profesor Restrepo en la Universidad de Panamá, “hacer de tripas corazón” y tratar de aplicar aquello de “quien tiene más saliva, traga más harina”, pues, cada uno en su espacio, unos con más beligerancia que otros, debe cumplir con una función en la vida y no preocuparse de si se es una sola golondrina. Pues alguien, alguna vez, escuchará nuestro canto, ya sea con sol o con lluvia.

Aunque... ya hablando en función de todos nosotros, los panameños en general, no está de más un pequeño descanso, quizás para meditar bien sobre lo que diremos y haremos en adelante.

Sería conveniente un descanso de todo. De los discursos de campaña, de la propaganda, de los enfrentamientos, de la agresividad, de las palabras hirientes —las sigo escuchando de lado y lado, pero esta vez de los seguidores, ¿o será fanáticos?—, de las poses histriónicas, de la soberbia, de la prepotencia, de la indiferencia y, en algunos casos, de la hipocresía y de la traición —estos dos últimos eran mis temas de hoy, pero estoy demasiado cansada como para ponerme a revolver la basura—.

Cuando se está “cansado”, esto se refleja en nuestras acciones, en cómo hablamos, y terminamos por “cansar” a los demás, por lo que es mejor detenerse un momento, lo cual no es sinónimo de abandono o cobardía ni de que nadie nos va a comer el mandado. Es sólo un alto que nos exige el momento que vivimos, para que descansemos todos, nosotros de los demás y los demás de nosotros. Ese descanso, sin embargo, y si realmente estamos comprometidos con lo que hacemos, debe aprovecharse en alguna medida para la autocrítica, porque quien diga que todo lo ha hecho bien o es Dios o es un fatuo.

Debemos tener presente que Panamá está en medio de un tiempo difícil para el mundo, que no es exclusivo de los cinco años del gobierno panameño actual, así como su conclusión con éxito o no tampoco lo será del gobierno electo que inicia funciones a partir del 1 de julio. Por lo que debemos estar preparados, deponer intereses particulares, guardar las hachas y la pintura de guerra y “descansar”, un ratito al menos, para recuperar fuerzas para seguir trabajando, me ‘robo’ una frase ajena, por un Panamá mejor.