jueves, 31 de marzo de 2011

Por el Planeta... ¿o será por NOSOTROS?

Como escribí en mi perfil en Feisbúk, tuve mi apagón total el sábado 26 de marzo, en apoyo al llamado mundial por el Planeta. Pues, no solo apagué las luces, lo apagué todo, hasta la nevera; así que salí al patio y disfruté de una horita bajo las estrellas, aunque las luces de quienes ni se dieron por enterados del llamado, me dificultaban verlas.

¿Cuestión de publicidad suficiente o de interés el que no fuimos todos los que estuvimos dispuestos a hacer ese “sacrificio” por el Planeta? Quizás es que al decir “por el Planeta” lo sentimos ajeno... “no es por mí ni por mi familia, ni siquiera por mi bolsillo, es por el Planeta”... Pero... ¿dónde vivimos?; además, ¿tiene ya alguien una alternativa de “hogar”, por si este truena?, ¿no será entonces que al hacer “algo” “por el Planeta” lo estamos haciendo por NOSOTROS?

Los intereses económicos de algunos han primado sobre la necesidad de educar a las poblaciones sobre la importancia de cuidar la Naturaleza. Voces se han levantado para desmetir a quienes hablaron hace mucho ya de los efectos del cambio climático, señalándolos de apocalípticos, de exagerados, de políticos disfrazados de verde.

Tal vez eso ha influido en la mayoría de la gente, que no ve como cierto, posible, que estamos poniendo en riesgo el Planeta, y con él a nosotros mismos, nuestras vidas...

Debemos pensar, tener presente, que todo lo que hacemos contra la Naturaleza, lo hacemos contra nosotros mismos. La Naturaleza sana, viva, es la garantía de nuestra propia vida. ¿Por qué no lo entendermos, por qué no lo vemos así?

lunes, 28 de marzo de 2011

Esta mañana, Dios me tocó el hombro...

A veces me siento molesta, muy molesta, por tener que estarme limitando en mis gastos. Aunque no soy exigente, como a todos, me gustan las cosas buenas y que me alcance el dinero para todo lo que, en mi forma modesta de vivir, demando tener, para eso trabajo. Pero no siempre es así, no siempre puedo correrme "mis gustos".

Sin embargo, al hacer inventario de lo que tengo -no soy conformista ni creo que el mal ajeno sea mi consuelo-, pero siento que tengo bastante... No soy pobre, PARA COMENZAR. Los pobres no tienen salario ni seguro social, ni pueden elegir qué comer, comen lo que hay y ya... visten lo que tienen y no pueden estar haciendo planes de "mañana compro esto y aquello", yo sí.

Esto trato de tenerlo presente siempre, aunque a veces, como dije, me molesto por quedarme a esperar a la próxima quincena, porque si compro un par de zapatos y una cartera, aquel pantalón, aquella blusa están fuera de presupuesto y mis "lujitos de la quincena" no dan para más, solo uno por quincena, a veces uno por mes... Pero, Dios tiene maneras de darme lecciones, que para mí son sublimes, tiernas, dolorosas y, hasta graciosas...

Esta mañana, se dedicó a darme una... salí del baño, anoche tenía un poquito de pereza, así que no alisté mi ropa para hoy, por lo que tuve que arreglarla, hoy... me paré en el centro de mi recámara y miré mi ropero... y le dije: "¡Coño, das lástima!"... y lo miré y lo miré, me fue a la otra recámara... Y NADA... "¡qué vaina, qué fastidio!"... si no hubiera sido por la voz gangosa del magistrado Almengor que se escuchaba desde la sala, me habría fastidiado demasiado al concentrarme en mis trapos.

Por suerte existen estas distracciones a nuestras crisis existenciales femeninas, "trapísticas" (de trapos, esas crisis creo que solo las tenemos las mujeres... bueno, y algunos cónsules). La cosa es que cogí tres piezas de mi usual ajuar laboral y me dispuse a planchar, ¡nada!, si es que ayer (domingo) me dio pereza caminar a la lavandería que queda a un minuto de mi casa, ¿qué le vamos a hacer?

Así que con calor, porque esta mañana hacía calor, agravado por la planchada, desagradada por lo que escuchaba en la TV, porque a esa hora no la veo, solo la escucho, como si fuera radio, pues ando dando vueltas por la casa, y... por ponerme a pensar en tooooodo lo que necesito, o simplemente quiero comprar, salí, contenta solo con mis zapatos, esos sí son una belleza...

Llegué a mi parada usual para tomar el taxi para ir para el periódico, me fui al kiosco donde suelo comprar las frutas para el almuerzo, y mientras charlaba con la chica que siempre me atiende, a quien le contaba lo de la mañana, pero muy a mi estilo, así que estábamos, como decimos, muertas de la risa... llegó un señor con dos niños, que supongo sus hijos... se bajaron de un bus de... no recuerdo, pero creo que de las áreas de Alcalde Díaz, Los Andes, no sé... de apariencia muy humilde.

Los niños se pararon frente a la ¿vitrina?, esas en donde ponen las frutas con hielo... el señor que los acompañaba -con una sonrisa y una voz muy cariñosa- les dijo: "Ay Dios, ustedes siempre...", y comenzó a buscar en su bolsillo... curiosa como soy, miré su mano con disimulo, y vi un dólar muy achurradito y un sencillo...

Preguntó: "¿Cuánto cuesta la piña?.. ¿cuánto cuesta la sandía?.. ¿cuánto cuesta la papaya?..", a cada respuesta de la vendedora miraba el dinero en su mano y, finalmente, dijo: "Bueno, dele a ellos la que quieran"...; y quedito les dijo a los niños: "Pero, recuerden, no pidan más nada"..., no pude evitar mirar mi bolsa de compras...

No sé por qué se alejó un poco y miró para otro lado... y... no soporté darme más por distraída... extendí la mano y les di dinero a los niños, señalándoles las frutas deliciosas que se nos mostraban, esperando que el señor no se diera cuenta... sus ojos brillaron y me sonrieron muy lindo. Me despedí de mi "amiga vendedora"... y de pronto los niños me dijeron en coro: "señora, gracias"... y el señor me sonrió... Supongo que los niños le enseñaron el dinero.

Más adelante miré al cielo, de reojo, y le dije a Aquel: "Ok, ya entendí... ya compraré más ropa para acumular en los dos roperos que tengo en mi casa... no hay problema... pero eso sí, ¡quiero cartera nueva la otra quincena!"...

domingo, 27 de marzo de 2011

El camino a la Constituyente (I)

Durante más de 40 años Panamá ha vivido sobre la Constitución... no bajo la Constitución, documento fundamental para la democracia. ¿Por qué "sobre"?, porque se le ha emparapetado a gusto y disgusto de unos y otros, hasta nombre propio alguna vez tuvo y, ni aun así, se puede decir que se le haya respetado... esa situación no puede continuar.

De los que gobernaron de octubre de 1968 a diciembre de 1989, no podíamos esperar otra cosa que simplemente ignorar la Carta Magna o que la rehicieran a su conveniencia. Una dictadura muy noble habría sido si hubiesen hecho lo contrario. Pero una vez depuesto -como sea que haya sido- el régimen militar, correspondía al primer gobierno democrático, en democracia o camino a ella, llamar a todos los sectores a la tarea CÍVICA de darle al país, a nosotros mismos y a las futuras generaciones una Constitución cónsona con la nueva situación y con el espíritu democrático del pueblo... pero no se hizo.

Ni siquiera vale la pena que hablemos de las reformas hechas y en qué fechas fueron hechas, cuántas son y demás, ya es agua pasada; de eso, si acaso, lo que tendríamos que hacer es señalar el porqué no queremos la Constitución como está, por qué queremos la Asamblea Constituyente.

Tampoco vale la pena detenernos a mirar para atrás en lo político ni siquiera en lo más reciente... aunque, después de todo, le debemos a esos hechos el que por primera vez la comunidad haya tenido acceso al tema, aunque no sepa a fondo, en su gran mayoría, de qué se trata. Para mí, hay que aprovechar la efervescencia que ha causado la renuncia del abogado Ítalo Antinori de la Comisión de Consultas de las Reformas Constitucionales nombrada por el presidente de la República, renuncia motivada por las denuncias de la ex jueza Zulay Rodríguez sobre el supuesto complot para sacar del cargo a la procuradora general de la Nación, Ana Matilde Gómez.

Esa efervescencia permite incentivar la participación y el deseo de saber de qué se trata. Pero hay que hacer docencia, explicar lo que sucede con nuestra Constitución para que nuestros compatriotas no solo repitan, sin entender bien el asunto, que la Constitución no sirve; sino que sepan de manera simple, aunque sea, de qué les hablan y por qué es importante que nos sumemos cívicamente al llamado para que la Asamblea Constituyente sea convocada.

El camino a la Constituyente (II)

El camino que queremos quienes estamos convencidos de que no es suficiente hacer "reformas" es la Asamblea Constituyente Paralela, la cual está contemplada en la Constitución Política de la República, que, aunque no nos satisface, por lo menos, nos da las herramientas para hacer lo que consideremos necesario para reformarla o cambiarla...

Hay tres formas de convocar la Asamblea Constituyente, según el artículo 314 de la Carta Magna. A saber: "Podrá adoptarse una nueva Constitución, a través de una Asamblea Constituyente Paralela, que podrá ser convocada por decisión del Órgano Ejecutivo, ratificada por la mayoría absoluta del Órgano Legislativo, o por el Órgano Legislativo con el voto favorable de dos terceras partes de sus miembros, o por iniciativa ciudadana...".

Lo más rápido sería que nuestros representantes en el Órgano Ejecutivo -el presidente y vicepresidente de la República- o en el Órgano Legislativo, al hacerse eco de la demanda de la sociedad a la cual se deben, hicieran la convocatoria, sería lo más rápido, lo justo, lo correcto; pero eso implica que estaremos a merced de decisiones que, dados los precedentes, no confiamos en que sean lo que realmente deseamos.

La otra opción, lo ideal, sería que la sociedad, a través de sus grupos organizados -cívicos y políticos-, lograra organizarse, sin histrionismos, sin protagonismos, de forma horizontal, a través de un frente cívico para llevar adelante lo que también la Constitución nos señala: la iniciativa ciudadana... o iniciativa popular.

Esa iniciativa ciudadana, consagrada en la Constitución, es el sueño de todo demócrata, es mi sueño, pero más difícil, para muchos una utopía, pero no es imposible... sobre todo cuando es un derecho constitucional. Quizás al ponerla en las páginas de nuestra Constitución los políticos pensaron, "esto jamás se dará en este país", porque dice textualmente: "... la cual deberá ser acompañada por las firmas de, por lo menos, el veinte por ciento de los integrantes del Registro Electoral correspondiente al 31 de diciembre del año anterior a la solicitud...". ¡Esas son muchas firmas!, pese a que somos un país con, si acaso, 3.6 millones de habitantes, yo no le hago ningún caso al último censo de población, pues fue un fiasco completo.

Pero... ¿cuenta alguien con la determinación de un pueblo? Yo sí, y los Quijotes que hablan de esta posibilidad, TAMBIÉN...

El primer paso para hacer un sueño realidad es levantarse, decirlo y trabajarlo... sigue la organización... pasar de las palabras a la acción... porque, como he dicho antes... las cosas deben hacerse... cuando se debe... y el momento es ahora...