lunes, 31 de diciembre de 2007

En busca de la paz

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Un trabajo difícil parece ser el lograr la paz, sobre todo cuando se vienen sobre nosotros hechos tan lamentables como asesinatos de líderes políticos, como Benazir Bhutto, quien, a pesar de las sombras sobre su vida pública, representaba la esperanza de mejores días para su pueblo.
Sin embargo, no debemos claudicar, la paz, igual que la santidad para los cristianos, debe ser una meta inclaudicable de la humanidad. Nada ni nadie debe nublar nuestra razón en esa búsqueda justa y necesaria de la paz en el mundo.
Pero, debemos recordar que: con pobreza, no hay paz; con hambre, no hay paz; con violaciones a los derechos humanos, no hay paz; con corrupción en nuestros sectores gubernamentales y civiles, no hay paz; con niños, niñas, adolescentes y mujeres víctimas de la discriminación y la violencia en todas sus formas, no hay paz.
No podemos brindar, ni con champaña, ni con jugo de naranja, no podemos ni siquiera pensar en brindar por todo lo bueno que tenemos, los que algo bueno tenemos, sin pensar que en muchos hogares, millones de hogares, no tienen siquiera qué comer, niños y niñas mueren por enfermedades fácilmente prevenibles, mientras el mundo privilegiado se sienta a disfrutar de sus 'alegrías', sin tomar la determinación de aportar su grano de arena para cambiar la otra cara de la realidad.
En el 2007 se deben quedar la inercia, la indiferencia, la poca calidad humana que afecta a muchos, lo cual no les permite hacer nada bueno en favor de nadie.
Buscar la paz debe ser nuestro primer propósito del año que ya inicia, pero a través de la justicia social, porque sin ella será imposible lograrlo.
A los creyentes y no creyentes, deseo que este nuevo año 2008 les traiga la tan anhelada PAZ.

Feliz Año!

miércoles, 19 de diciembre de 2007

20 de diciembre – 1989 – 2007, 18 años ya...

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

¿Qué más se puede decir de la invasión de los Estados Unidos de Norteamérica a Panamá, que no se haya dicho?
Talvez si tuviéramos en las manos esos archivos que dicen existen en el Pentágono sobre la ‘causa justa’ de George Bush padre, misma que con otros nombres su hijo repitió en Irak y Afganistán, podríamos decir con certeza que la invasión a Panamá el 20 de diciembre de 1989 fue con el único propósito de destruir la ‘fortaleza’ de Panamá para poder 10 años después tomar las riendas del Canal; que a EEUU no le importaba un rábano la democracia en Panamá, de ser así no habría dado su reconocimiento al gobierno de Omar Torrijos -producto de un golpe de estado contra un presidente electo democráticamente- con el cual se sentó en la mesa a negociar los tratados canaleros; que la intención era darle una lección a los mandatarios de la región que estaban viendo cómo Noriega, engrandecido por su otrora benefactor, protector, patrón y creador, cual Dr. Frankenstein, le hacia muecas en el espejo, para que vieran lo que le pasa al que reta a los EEUU.
Pero..., como no tenemos los condenados papeles, no nos queda más que elucubrar, suponer, repetir ideas planteadas por otros que dicen tener la verdad en sus manos, pero no por ello dejamos de tener razón cuando exigimos y esperamos que nuestros gobiernos, uno tras otro, desde 1989, exijan a su vez que los EEUU reconozca y pague, para que, por lo menos, pierda en dinero lo que nos quitó a los panameños en vidas y sangre.
No soy partidaria de los rencores ni de las venganzas, pero tampoco creo en poner la otra mejilla porque a otro le da la gana de que tengo que hacerlo y me golpea una y otra vez, esperando que siempre me ponga para que siga pegando. Históricamente eso es lo que EEUU ha pretendido con Panamá y el resto de América, quitándonos, como dice Galeano, hasta el derecho a llamarnos ‘americanos’.
Y sigue..., solo hay que ver cómo presiona para que nos doblemos si queremos un TLC con ellos, si queremos sus visas, cómo se inmiscuye en la política interna de nuestros países. Un día apoya a un gobierno o grupo político, porque le conviene a sus intereses, y al otro día lo trata de destruir, olvídense de la democracia, seguimos siendo su ‘patio trasero’, y esto no tiene nada que ver con ideologías de una mano u otra, es la realidad.
Solo eso explica que ningún gobierno panameños, no hablemos del primero después de la invasión, se haya puesto los pantalones o la falda bien ajustados y haya investigado con seriedad cuántos en realidad fueron los panameños que murieron en la invasión. Tarea fácil, cada familia que haya perdido uno de sus miembros en esas fechas debe saberlo y recordarlo, que no es este un país de un territorio y población tan grandes como para que se haga imposible obtener dicha información. Y a la vez que se hace el censo macabro de la obra de Bush en Panamá, presentar las denuncias pertinentes contra el gobierno de los EEUU. Pero no, parece que las ganas de ser ‘bien vistos’ por EEUU son más importantes que la dignidad de nuestra nación y el respeto a los miles de panameños asesinados durante la operación ‘causa justa’.
Sin embargo, un solo soldado ‘americano’ puso en jaque a nuestro actual gobierno. Los reclamos de EEUU por la muerte de Zack Hernández fueron implacables, usó todos sus recursos para lograr que el gobierno de Martín Torrijos bajara a Pedro Miguel González de la presidencia de la Asamblea Nacional de Diputados, así como quiso presionar al Dr. Ernesto Pérez Balladares para que lo entregara, y cuando los gobiernos de Panamá no han hecho ni una mísera plaquita recordando a las víctimas panameñas de la invasión, EEUU a través de diferentes flancos reconoce a Zack Hernández como un héroe. Y no es que esté mal esto, cada cual llora a sus muertos como mejor le parece, pero resulta que acá en Panamá nuestros muertos solo los hemos llorado sus familiares, sin el apoyo de nuestros gobiernos, quienes solo han hecho cada uno de los 18 años que han pasado resoluciones llamando a los panameños a la reflexión en la fecha del inicio de la ‘causa justa’.
Por ello, la idea de declarar el 20 de diciembre Día de Duelo Nacional, me pareció un pequeño acto de justicia en un principio, aunque 18 años tarde, pero ya comenzaron a escucharse las voces de los detractores de la propuesta, incluso repitiendo aquello de los ‘delincuentes’ que murieron y justificando la ‘causa justa’, aunque dicen cosas como ‘no acepto la invasión, pero fue culpa de la dictadura y sus seguidores”. Lo que me lleva a decirles que para mí, por mi hermano Alejandro Antonio Hubbard Torrero, y creo que así será para todos los familiares de los otros miles de muertos, esta fecha es de duelo y seguirá siéndolo hasta que nos toque partir al más allá, no necesitamos que nadie que considere festivo el día cambie de opinión, para recordar a nuestros seres queridos con el amor y respeto que se merecen.
Y si quieren reflexionar, de repente comenzar con la idea de la tolerancia sea la garantía de que no se repitan los hechos que le dieron, como lo he señalado antes, la excusa a los militares del 68 y a sus seguidores civiles para dar el golpe de estado que hundió a Panamá en una oscura noche que duró 21 años y de cuyas heridas aun no nos curamos. Pues, con tolerancia tendremos la capacidad de unir esfuerzos, sin mirar banderas políticas ni intereses económico - clasistas, en favor de los desposeídos de siempre, para que por fin tengan la certeza de que se dejará de hablar de justicia social para comenzar a implementarla. Y talvez así lleguemos a un acuerdo: trabajar juntos por Panamá y los panameños, por nuestro desarrollo socioeconómico y haciendo respetar nuestra dignidad como nación. ¿Será esto posible?

Otro 20 de diciembre sin tumba ni justicia

---Artículo publicado en el diario La Estrella de Panamá el 20 de diciembre de 2007

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

La invasión de EEUU a Panamá es uno de los sucesos más desafortunados, por no usar términos más fuertes, de nuestra historia, un hecho que no podemos olvidar por muchas razones y que digan lo que digan los responsables y sus 'amigos' internos, no tiene justificación y ni siquiera era necesaria para deshacernos de la dictadura.
Pero ese es tema que se ha discutido antes y que pasados 17 años del criminal ataque contra nuestro país sólo nos queda no olvidarlo, para no repetir las causas que le dieron origen.
Hoy los panameños debemos estar metidos de lleno en llevar a Panamá hacia un verdadero y pleno desarrollo económico que permee hacia todos los sectores, no sólo hacia los que hacen negocios en los puertos, en la construcción y en la industria, y otros sectores económicos fuertes, que son los que se ven reflejados en las estadísticas nacionales e internacionales y que hablan de un significativo crecimiento en Panamá. Pero esas cifras, no toman en cuenta el hiriente 40 ó 42% de pobreza y pobreza extrema y el más de 90% que dentro del 100% de ese horrible porcentaje se refiere a nuestros pueblos indígenas.
Situación que debe corregirse, porque, si no recuerdan, esas desigualdades sociales fueron las que le dieron justificación a los golpistas del 68, para decir que venían con un proceso revolucionario para llevar a ‘los hijos de la cocinera’ al poder. Porque la clase política tradicional no es que haya fallado en darles respuesta, es que nunca se interesó en hacerlo. Era la época de los ‘rabiblancos’ y los ‘buchís’, de ‘la niña Isabelita’, de ‘don Carlos’, de ‘la patrona’, ‘el patrón’, de los terratenientes, que además eran los ‘dueños’ de la gente que vivía en sus tierras y de sus conciencias, época que para muchos no ha pasado.
Es un compromiso de todos, por los que han partido con la esperanza de que Panamá se convierta en una nación en la que todos tengamos la oportunidad de estudiar, de tener empresas, propiedades o ser empleados de otros, si así lo queremos o es lo que se nos presenta, pero bien preparados académicamente y mejor pagados económicamente y por los que vienen levantándose y que heredarán la responsabilidad de seguir adelante con este país.
La invasión cobró muchas vidas de panameños que siguen sin que, por lo menos, les demos una tumba a donde llevarles flores, no acrecentemos la injusticia arrastrando al país al mismo sendero que lo llevó otrora a los aciagos días de la dictadura.
Alejandro Antonio Hubbard Torrero, siempre estarás en mis oraciones y en mi corazón, de ti aprendí a ser tolerante y a respetar las ideas de quienes no piensan como yo y a amar a los míos, a pesar de estar en aceras opuestas, en lo que a ideas políticas, religiosas o de cualquier índole se trate.

Hace 15 años no sé dónde está

---Artículo publicado en el diario La Estrella de Panama el 20 de diciembre de 2004.

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

La última vez que lo vi, creo que estaba dormido, al menos eso parecía. Su expresión era serena, con los ojos cerrados, su camisa a cuadros, boca abajo en medio de la calle. No sé cuántas veces se ha repetido en mi recuerdo esa imagen de mi hermano que vi en televisión.
Nunca más supe de él, pues ni siquiera hay una tumba con su nombre a donde llevarle flores.
Alejandro Antonio tenía ideales y los defendía, y aunque yo no los compartía en totalidad, lo respetaba por eso y lo sigo haciendo. Jamás se me ha ocurrido pensar que estaba equivocado. Simplemente sus convicciones políticas eran distintas a las mías y quizás más auténticas, porque tenía el coraje de salir a defenderlas, a tal punto que murió por ellas.
Teníamos una especie de acuerdo tácito, no hablábamos de política., cuando coincidíamos en algún lugar abordábamos cualquier tema, menos ese. Así mantuvimos una relación de cariño y respeto mutuo, sabiendo ambos que en temas políticos estábamos en esquinas contrarias, pero era más importante nuestro lazo de sangre.
Cuando por alguna razón yo hacia uso de mi autoridad de hermana mayor y le decía alguna torpeza por sus “andanzas”, el mantenía el acuerdo, sólo se reía. Era noble, mucho más que yo.
Aprendí con él a ser tolerante y a tener siempre presente que la diferencia de criterios no debe romper los lazos de amor y amistad. Cómo me habría gustado decirle que lo quería. Nunca lo hice. Nunca se lo demostré, no más allá de la caricia que siempre la hacia en la mejilla cuando nos encontrábamos, de vez en cuando un beso y un abrazo.
La certeza de que tenemos suficiente tiempo o de que “ya lo sabe” o, por lo menos, “lo supone”, no nos deja decirle a quien debemos que nos importa, que le queremos.
Quince años han pasado, no sé dónde está mi hermano, pero no busco culpables. Él se fue tras sus ideales.
¿Correctos?, ¿incorrectos?, no lo voy a discutir con nadie. Podría conversarlo con alguien como mi hermano, dispuesto a darlo todo por sus convicciones, que no tenga una doble moral y no cambie de bandera según su conveniencia. Alguien con la suficiente nobleza y tolerancia como para aceptar que no tenemos que ser enemigos por una diferencia de criterios.
No sé hasta dónde estaría dispuesta a llegar por defender un ideal, pero sí sé hasta dónde lo estuvo Alejandro, murió por ello.
Esa es la tabla con la que mido a cualquiera que se atreva s insinuar lo erróneo de sus ideas. Y esa es la tabla con la que creo que cada madre, padre, hermano hijo, que haya perdido a un ser querido que enfrentó al ejército estadounidense el 20 de diciembre de 1989, debe medir a todos los que en un momento dado han dicho que todos los que murieron eran delincuentes.
Es una etapa de nuestra historia que aún no está clara, pues nunca se ha dicho cuántos murieron, quiénes eran. Considero, sin embargo, que debemos superarla, pero jamás olvidarla. Sin promover odios, debemos reflexionar sobre lo que significó ver nuestro país agredido y destruido, por propios y extraños. Cómo en un trayecto de 10 años una parte del país se enemistó con la otra, familias divididas, hermanos enemistados hasta el odio, amigos traicionados, un país en bancarrota económica y moral.
Hay que recordar lo que otros ya han dicho, el pueblo que olvida su historia, la vuelve a repetir. No creo que haya un panameño que ame este suelo, que desee verlo en las mismas circunstancias en que lo vimos los últimos años antes y después de la invasión.
Hace unos días escuché a alguien decir que los panameños somos de memoria corta. Ojalá no sea cierto y si lo es, que no sea endémico, sería injusto con mi Alejandro, y con todos los Alejandros con cuya sangre se ha regado esta tierra, sin importar qué bandera política hayan ondeado.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Tocando lo más sensible...

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Nada más doloroso que un niño o niña llorando por dolor o por hambre. Soy una mujer que me considero dueña de una gran fortaleza, pero toda esa fortaleza se va al piso cuando estoy frente a una carita infantil con ojos que brillan por las lágrimas. Me escandalizo cuando veo a un niño muy tranquilo, pues no lo considero normal, y no lo es, ellos tienen energías extras, esas que se nos van haciendo cada vez más racionadas con la edad.
De más está decir que todos los males de la sociedad desencadenan en mí una oleada de sentimientos de reprobación sobre los mismos, pero en especial cuando afectan a los niños y niñas. Estos sentimientos de amor y necesidad de proteger a los niños y niñas e incluso a los adolescentes, creo que son los correctos y de esperar en cualquier hombre o mujer en edad adulta, normal, valga la repetición del término, pues son los críos de nuestra especie, nuestra esperanza de continuidad. Nos necesitan, y necesitan saber que pueden confiar en nosotros, los adultos. Ellos son más ágiles y caben en espacios que los adultos muchas veces no cabemos, sobre todo en el corazón de cualquiera, pero también son frágiles. No hay forma de rechazarlos, aunque de repente tengan conductas reprochables, pues, aún así, la reacción de la mayoría es buscar las razones y tratar de corregirlas, para protegerlos, incluso de ellos mismos.
Los niños y las niñas son lo más sensible que tenemos, serán nuestro espejo en el futuro, y son la bitácora de nuestras acciones en el presente.
En todo esto he pensado desde el momento en que escuché que el paro de los médicos se extiende al Hospital del Niño; cuando revisando estadísticas sobre los niveles de pobreza en el país casi toco con los dedos la realidad que las cifras señalan sobre la forma en que esta afecta a esa población que no toma decisiones, que no vota, que no tiene dinero propio, y muchos ni siquiera una educación adecuada, o, por lo menos, acceso a ella, pero que sí representan la ‘vara’ con que seremos medidos por nuestras acciones.
Irse contra los niños y niñas, especialmente los más humildes, hablando de recursos económicos, para presionar por reivindicaciones salariales, o por lo que sea, tiene muchos términos para ser calificado, pero a fuerza de ser respetuosa, algo que siempre me impongo, quiero usar términos medios y que muchos serán sinónimos, como: reprobable, incalificable, indebido, injusto, indignante, irresponsable. No me importa ya si los médicos tienen razón y derecho a obtener una mejor remuneración, lo cual considero un derecho indiscutible de todo profesional, se pasaron de la medida, pues quienes acuden al Hospital del Niño son los hijos de esos mismos miles de panameños que desde hace 28 días no están recibiendo atención médica completa por el paro en los hospitales públicos, quienes dependen de esos centros médicos, porque sus recursos económicos no les dan para irse a los centros privados.
Si la intención es tocar la fibra más sensible, no es un esfuerzo en vano, pues como dicen en mi pueblo, hasta el más ‘pinta’o’ (valiente) se dobla si le tocan a un niño. Decir que van a suspender la atención privada también, no hace ‘aceptable’ la nueva medida de presión, pues igual, las opciones de atención médica privada superan con creces las opciones de atención pública.
Seguimos en lo mismo, ambas partes -huelguistas y gobierno- tuercen el brazo equivocado, pero ahora es un brazo sumamente frágil...

martes, 20 de noviembre de 2007

Niños, niñas y adolescentes..., las primeras víctimas

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Los niños y niñas, y los adolescentes, los jóvenes de la especie, ¿podríamos decir nuestros cachorros?, son las primeras víctimas de todos los males de la sociedad: la pobreza y sus secuelas; la violencia doméstica; la injusticia; las guerras; las enfermedades; la deshonestidad; la corrupción; el tráfico ilegal de todo cuanto se le ocurra a los degenerados traficar: seres humanos, órganos, drogas.
Y pese a todos los llamados de advertencia e incluso denuncias de organizaciones no gubernamentales, de organismos de las Naciones Unidas, de personalidades mundiales que utilizan el poder que les da la popularidad adquirida por lo que hacen -cantantes, escritores, actores o actrices y demás- para señalar al mundo el peligro en el que están nuestras niñas, niños y adolescentes, cada día esos peligros aumentan, sin que parezca que existe el suficiente compromiso de la sociedad y los gobiernos para detenerlos.
Desde hace 18 años existe la Convención de los Derechos del (los) Niño (s), yo agrego las ‘s’ y a las niñas y adolescentes, un documento repleto de lo que es el ideal sobre lo que debe regir en cada rincón del mundo para proteger a los seres humanos más indefensos, que a la vez son el futuro de la especie, y quienes necesitan ser, además de protegidos, beneficiarios de una alimentación adecuada; de un sistema de salud estructurado de acuerdo a sus necesidades, con suficientes centros médicos, camas, medicamentos, servidores de la salud con vocación; de un sistema educativo eficiente, moderno, competitivo, con muchas escuelas, cuadernos, libros, educadores comprometidos con su responsabilidad; de viviendas dignas; de un mercado laboral justo, en el que sus padres y madres reciban una remuneración que sea la suficiente y necesaria para llevar a sus familias el sustento, para que no exista la excusa de la pobreza para que un niño, niña o adolescente deba cambiar sus libros por herramientas de trabajo.
¿Pero qué será lo que nos hace falta para lograr que en efecto los propósitos de la mayoría se impongan sobre los malos propósitos de una minoría que asesina niños (as) y adolescentes, los prostituye, los mete en las drogas, como traficantes y consumidores, en fin, les hace víctimas de la violencia en todas sus categorías?
Y encima, la pobreza, que los hace víctimas fáciles. ¿No están los gobiernos, y las sociedades, lo suficientemente comprometidos con lograr una justa distribución de los recursos?, pues mientras en un país como Panamá se habla de un índice de crecimiento muy elevado, los sectores pobres del país no están recibiendo los efectos positivos de esa bonanza. Situación que no es exclusiva de Panamá ni de los países latinoamericanos, porque en todo el mundo hay pobres, los dejados atrás por el progreso.
Según una nota del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), con motivo del aniversario de la Convención de los Derechos del Niño (20 de noviembre de 1989): “La Convención ... Establece las bases para una nueva vida para todos los niños y niñas, y es el acuerdo sobre derechos humanos que ha logrado el mayor nivel de ratificación en el mundo. Los derechos que describe incluyen el derecho a la supervivencia, el derecho a ser protegido de influencias lesivas, del abuso y de la explotación, y el derecho a participar plenamente en la vida familiar, cultural y social”.
Además dice la nota que: “La Convención se ha convertido en una medida universalmente aceptada de responsabilidad mundial respecto a la infancia, y en un instrumento eficaz para promover condiciones y circunstancias favorables a la supervivencia y el desarrollo de niños y niñas”.
No niego que estos postulados son considerados por los gobiernos de muchos países, los cuales en su afán por honrarlos tratan de propiciar las condiciones para cumplir con el documento que ratificaron, pero definitivamente falta, y mucho.
Se debe hacer una evaluación en cada país de lo que no se ha hecho, pero una evaluación los más rápida posible, para poner manos a la obra, pues de nada nos sirve echarnos flores sobre los logros, cuando al remitirnos a los resultados, estos nos indican que lo hecho NO HA SIDO suficiente.
Para finalizar, un poco sobre las estadísticas. Según la evaluación hecha por la UNICEF por los 18 años de la Convención, no refrendada por Estados Unidos y Somalia, pese a los “desarrollos positivos” logrados en este largo periodo “en la actualidad, cerca de 27,000 menores de 5 años mueren cada día, la mayoría por enfermedades que pueden prevenirse; cada 3.6 segundos una persona muere de malnutrición, en la mayoría de los casos un niño o niña menor de 5 años. Además, el paludismo mata a un niño o niña en alguna parte del mundo cada 30 segundos; más de 15 millones de niños y niñas han perdido a su madre o a ambos padres debido al SIDA, más de dos millones de niños y niñas vivían con VIH o SIDA en 2006, pero sólo un 15% de quienes necesitan tratamiento antirretroviral lo están recibiendo”.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Un día más del periodista (Debió salir el 13 de noviembre)

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Hoy es un día en que abundarán las alocuciones, editoriales, artículos de opinión y un sinfín de agasajos para los periodistas. En todos los escritos (incluidas las entrevistas, se me olvidaban las entrevistas) y en los discursos que se den en esos agasajos no faltarán, claro, las felicitaciones, y, por supuesto, las directrices de todos sobre ‘cómo se hace periodismo’, amén de las críticas ácidas por todas las ‘campañas amarillistas hechas en contra de alguien’.
Cada año me fastidio por esto, y procuro no asistir a ningún ‘homenaje’ que se nos haga a quienes decidimos escoger este ingrato camino del periodismo, en un país en donde ser periodista es bueno cuando le conviene a alguien lo que hacemos o decimos y muy malo cuando no le conviene a, por lo menos, una persona, y peor aún si tal persona tiene poder económico o político, o ambos.
Aún dentro del periodismo no nos faltan ‘los genios’, abundan, tanto nacionales como extranjeros. Pero bueno, con eso se puede vivir, por lo menos son periodistas y en su mayoría esbozan criterios dirigidos a lograr el ideal de lo que debe ser el buen ejercicio de la profesión, no sólo en Panamá, sino en el mundo. Esto no es del todo malo, es lo conveniente y necesario en una profesión que no es nueva.
La parte molesta podría ser que los autodenominados ‘gurús’ del periodismo menosprecian el trabajo de los que no hacen las cosas exactamente como ellos dicen, desconociendo los esfuerzos que se realizan en medio de limitaciones de toda clase, e incluso, en una actitud de cuasi superioridad, quieren tachar de inmorales, mediocres, malintencionados, sobornables e incluso inferiores al resto de los mortales dedicados a esta noble, pero insisto, ingrata profesión.
Definitivamente hay mucho que los periodistas podríamos hacer mejor y con más ganas. Además, debo reconocer que, como en toda profesión, hay malos profesionales, manzanas podridas, de esos que alquilan y venden su pluma al mejor postor, de esos que se convierten en mercenarios de un gobierno, de una empresa, e incluso que utilizan el don que tienen para extorsionar, para conseguir privilegios adicionales a los que ya les otorga la profesión en su ejercicio. Porque debo admitirlo, ser periodistas nos pone en una posición de cierta ventaja sobre el resto de los mortales. Aunque no siempre y, por supuesto, no todos, solemos estar en donde el común de nuestros congeneres no puede llegar o le cuesta más que a los periodistas.
Sin embargo, existimos hombres y mujeres dedicados a esta profesión que, además de amarla y respetarla, sentimos que tenemos un compromiso con el resto de la población, no sólo de informarle lo que sucede, sino de defenderla de las injusticias, de hacer sus luchas como si fueran nuestras, borrando nuestro rostro de la imagen, como si sólo fuéramos testigos, relatores. Aunque muchas veces nosotros como personas, como ciudadanos, también seamos víctimas de las tales injusticias, y estemos al igual que el resto sufriendo por el alto costo de la vida, la mala atención a la salud, el pésimo sistema educativo y de transporte, los abusos de quienes consideran que por tener un poco más que el resto tienen derecho a pisotearnos, por los malos salarios, los altos precios de la comida y demás injusticias que se cometen.
En fin, como ciudadanos que también somos, sufrimos por lo mismo que el resto del pueblo, pero quizás nuestra solidaridad se basa en que sabemos que tenemos un arma poderosa que la mayoría no tiene, el manejo de la palabra, la información y muchas más posibilidades de correr el velo para que las injusticias no queden en la ignorancia que se cocina bajo el barro que quisieran echarle encima quienes las cometen, desconociendo constituciones, leyes y principios básicos de respeto a la vida humana, tratando de matar cualquier intento por hacer prevalecer la justicia social.
Ese es el apostolado de quienes decentemente tratamos de ejercer el periodismo, sin estar preocupados porque gobernantes, políticos y empresarios, los poderosos, los afortunados del mundo nos aplaudan y hagan reconocimientos cuando, a su juicio, hacemos un periodismo conveniente, pero a sus intereses.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Justicia para todos, por la salud de los panameños

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Cuando nos tocan lo más importante, la vida, es difícil quedarnos callados al respecto, pero más difícil es ser justos en nuestras apreciaciones sobre los acontecimientos. Sobre todo cuando todas las partes tienen parte de la razón.
Son la vida y la justicia el tema central de la diatriba que se ha generado en torno a las demandas de los gremios médicos que prestan sus servicios en el sector público. La vida, porque lógico es que la salud, la buena salud y su preservación, son el motivo de ser de los llamados profesionales de la salud.
Son justas las aspiraciones salariales de los médicos, sí, lo son; está en lo cierto el gobierno cuando señala la necesidad de mejorar la atención a la salud de los panameños, sí, claro que sí.
Pero, entonces ¿dónde está el problema? Comencemos con el lado más flaco, los médicos.
Hablando de derechos y deberes de los médicos como profesionales, deben estos reconocer, que al igual que los educadores, no todos dan lo mejor de su capacidad y dedicación en beneficio de su razón de ser, la población que acude a ellos en busca de salud. Todos los que hemos sido usuarios del sistema de salud en algún momento tendremos alguna historia de negligencia, groserías y faltas de respeto de médicos que se han cruzado en nuestro camino y los cuales, además de dar una pésima atención, actúan como si fueran seres privilegiados que merecen todo el respeto y sumisión de los pacientes, pero que no respetan a los mismos y mucho menos toman las mejores decisiones.
Llegan tarde, se van temprano, en la consulta ni miran a los pacientes, ni la presión les toman, les preguntan qué tienen (si lo supieran no necesitarían al médico, solo poder comprar las medicinas, no?), muchos tratan pésimo a los familiares de los pacientes, los cuales no pueden ni preguntarles qué tiene el familiar, porque son demasiado importantes para hablar con gente tan burda, ¿verdad?
Cuando, por ejemplo, se trata de una parturienta en uno de estos hospitales como la Caja de Seguro Social, de los del Ministerio de Salud (Santo Tomás, Nicolás Solano, etc.) aunque la referencia diga CESÁREA, pues no, la hacen sufrir hasta que ya no pueda más. La OBLIGAN a parir, quién la manda a ser pobre, caray! Si estuviera en un hospital privado no la dejan ni llegar cuando ya la tienen anestesiada para operar, aunque sí pueda tener un parto normal, las cesáreas cuestan más trabajo, pero también más dinero.
Este es solo un ejemplo, uno específico, pero muy común, doloroso y real, cuántos niños han muerto en el vientre de la madre, cuánto niños con parálisis cerebral la tienen por problemas provocados durante el parto por un médico que no quiso hacer una cesárea a tiempo, sería bueno documentarlo.
Claro que hay que mejorar la atención de salud, la cual en gran medida requiere de médicos que recuerden constantemente que en sus manos está lo más valioso de todo ser, la vida, y que en cierta forma están jugando a ser Dios. Él o ella no puede detener el curso de la vida y hacer milagros, porque, como se dice, al que le toca le toca, pero sí puede hacer la diferencia, que se tenga la certeza de que hizo todo lo humanamente posible, apoyado en lo que sus estudios y experiencia, poca o mucha, le han otorgado para dar la esperanza a quienes acuden a él de que sus vidas están siendo cuidadas.
Si contamos con ese médico o médica humano (a), consciente, responsable, cumplido (a), amable, generoso (a), solidario (a), protector (a), además de profesional y dedicado (a), tenemos un gran porcentaje de la batalla ganada.
Ahora vamos con el gobierno, el lado que tiene el poder. Cuando era chica mi mamá me decía que quien tiene la autoridad (el poder) es siempre la piedra, pero yo creo que el poder debe saber administrarse, para no caer en los excesos en su uso y no provocar situaciones irreconciliables, si se tiene la solución, pues, entonces, den la solución. Esto no se puede discutir en un campo de batalla, porque el gobierno tiene una responsabilidad suprema sobre la vida de la población. Es el gobierno el llamado a dar las respuestas, el llamado a resolver, no puede convertirse en un luchador inconsciente, que mide fuerzas para demostrar quién tiene la simpatía de la población.
Como me comenta Jean Marcel Chéry, toda huelga de servicios provoca rechazo en la población. Por supuesto que los provoca, le reitero yo. Sobre todo por la forma en cómo se han dado los servicios y porque se trata de la salud de las personas. Pero el hecho de que se esté afectando a los miles de panameños que van a los hospitales públicos a buscar atención, no le quita la razón a los médicos sobre sus aspiraciones a mejores días para ellos y sus familias, como todos los profesionales de este país.
Pero los argumentos de los representantes del gobierno NO son falsos, sin embargo, al decidir medir fuerzas quienes nos dedicamos a este negocio de analizar, con buen tino o no, nos preguntamos, ¿es hasta ahora que el gobierno se da cuenta de las fallas del sistema de salud en lo que a la atención de los médicos se trata?; ¿cómo es que a otros trabajadores de la salud SÍ se les dio un aumento, por qué no a los médicos, se les está pasando la factura por haber sido una gran piedra en el camino cuando lo de las reformas a la Ley Orgánica de la CSS?, ¿se ha convertido la salud del pueblo en un tema de discernimiento político? Ojalá no, porque de lado y lado serían unos criminales, merecedores de todo el rechazo de la población y del más severo juicio de la historia.
Para mi concepto este gobierno, formado por una gran cantidad de personas que han estado en gobierno durante los últimos 39 años, que saben cómo se negocia, se ha equivocado en todas sus estrategias de negociación para resolver conflictos internos. Parece que en democracia, perdieron la capacidad, la sagacidad, para la negociación, misma que ponen en práctica en temas internacionales.
Las carencias del sistema de salud, si bien se agravan con la irresponsabilidad de muchos médicos, enfermeras y auxiliares; en fin, de muchos profesionales de la salud, que en el sector público son una persona y en el privado otra, algo así como la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, son también debido a la mala administración de los recursos económicos, que privan a hospitales y centros de salud de los mínimos insumos para curar a los enfermos y asegurarles esa esperanza de vida de buena calidad que todos, sin distinción, merecemos.
¿A los que estamos en el medio qué nos queda?, pues, pedir que piensen en nosotros, quienes dependemos de ellos, de médicos y gobierno, que están poniendo en peligro nuestra salud, nuestra vida. Que ambos lados que ostentan el poder, y que increíblemente son la minoría, piensen en nosotros, la mayoría, que lamentablemente, igual que ellos, no podemos decidir si nos enfermamos o no, pero ellos sí pueden decidir darnos la seguridad de que cuando acudimos a un centro médico, acabados por un resfriado o una enfermedad grave, o cuando una mujer de la campiña o de la ciudad vaya a tener su hijo, recibiremos lo que vamos a buscar, buena atención y todos los cuidados a nuestra salud.

Las tradicionales dianas ahora son delito

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Estas son acciones (ver noticia de la Alcaldía de Panamá adjunta) que rayan en lo ridículo, por decir lo menos, dentro de poco no se podrá ni patinar, porque es pecado. Hay que poner reglas, pero no caer en el abuso de autoridad y violación de los derechos de la población. Parece que estamos cayendo en un estado policíaco que se protege tras el argumento de preservar la paz y tranquilidad de los asociados.
No obstante, dónde están esas mismas autoridades que sancionan a un grupo de panameños que año tras año se dedica a exaltar lo valores patrios, cuando irresponsable tiran basura hasta en el puente de la Américas; venden drogas a menores en colegios tanto públicos como privados; verdaderos criminales someten a sus familias al maltrato diario físico y verbal; pandillas de mozalbetes se toman la ciudad, haciendo peligroso hasta ir a comprar un litro de leche; depravados andan en las calles tras menores de ambos sexos, entre otros muchos males que las autoridades SÍ deben perseguir, pero no lo hacen, por lo menos no a satisfacción de la gente decente.
Esas mismas autoridades, tanto municipales como policivas, arremeten con mucho ‘profesionalismo’ y rapidez en contra de gente que cierra calles para exigir que le arreglen una carretera, porque parece que es la única forma de que en este país se le preste atención a la población; contra quienes invaden un terreno propiedad del Estado, lo cual no es correcto, pero no deja de ser una solución para quienes cansados de esperar que mejoren sus condiciones de vida, deciden buscar un camino difícil para darse las respuestas que de otra forma no tienen, y ahora contra quienes simplemente quieren homenajear a la patria.
Porque ahora resulta que esas autoridades deciden cómo, cuándo, y dónde los panameños tenemos ‘su permiso’ para manifestar nuestros sentimientos patrios, ¿es este un estado autocrático?, ¿debemos tener ahora los ciudadanos temor de salir a las calles a expresarnos?, ¿debemos pedir permiso a los alcaldes para celebrar lo que nos parezca celebrar?
¿Qué sigue?, ¿van a ponerle reglas a quienes celebran la Navidad sobre cómo arreglar sus casas, qué adornos poner, cómo vestirse, qué comer y beber, a qué hora llegar a la iglesia, a qué hora estar en casa y a qué hora acostarse?
Todo tiene un límite, se deben poner reglas, pero no deben ser reglas que hagan sentir a la comunidad que se le coartan sus libertades naturales, establecidas claramente en la Constitución, en donde se habla de libertad de reunión y de avisar a las autoridades, no de pedirles permiso.
La acción de las autoridades en este tipo de eventos debe ser única y exclusivamente de protección y vigilancia, para garantizar la paz y seguridad de los participantes, que no hayan peleas, robos, excesos, que son hasta lógicos en donde se reúnen más de 10, pero no de limitar el derecho a reunión y celebración so pretexto de evitar excesos.
Cuidado, que todo en exceso, aunque se tengan buenas intenciones, daña... y cansa.

NOTA DE LA ALCALDÍA

No contaba con los permisos alcaldicios para realizar diana
SANCIONA CON B/.3,000.00 A JUSTINIANI

El representante legal de la Banda Centenario, Javier Justiniani González, fue sancionado por la corregidora de Bella Vista, Lourdes Guerra, con una multa de B/.3,000.00 por violación al Decreto 4113 de 26 de junio de 2006.
La corregidora Guerra señaló que "el señor Justiniani se encontraba el 3 de noviembre a las 12:10 de la madrugada en los estacionamientos del almacén Collins, ubicado en vía España, realizando una actividad de dianas, para lo cual ni siquiera había solicitado permiso de la Alcaldía".
La sanción impuesta se fundamenta en el Artículos Tercero del Decreto 4113 de 26 de junio de 2006 que establece que las emisiones de ondas sonoras que provoquen ruido y que provengan de residencias unifamiliares y multifamiliares edificios por departamentos, establecimientos comerciales, entre otros y que provengan de cualquier actividad que se lleve a cabo en locales cerrados o en áreas abiertas, serán sancionados por la autoridad administrativa de policía.
El Artículo Cuarto de la misma norma señala que las violaciones contra lo dispuesto serán sancionadas por los corregidores y los jueces de policías nocturnos, atendiendo a la gravedad de la falta, con multas de hasta B/.3,000.00 y el decomiso de los equipos o artículos utilizados en la comisión de la infracción.
La Alcaldía de Panamá prohibió este año la celebración de dianas que no contaran con los debidos permisos municipales, así como la ingesta de bebidas alcohólicas durante los desfiles, con el propósito de evitar actos que atentaran contra la moral y las buenas costumbres, tal como sucedía en años anteriores.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Nuestro Lídice está de fiesta, pero hablemos de algo bonito y algo no bonito

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

El pueblo panameño siempre ha sido solidario con el mundo entero, a veces no somos muy nobles entre nosotros mismos, pero siempre hemos sido un buen pueblo, al que es muy fácil hacer vibrar las fibras más íntimas de su corazón.
Por ello no es de extrañar que por los años 40 Panamá decidiera hacerse eco de las reacciones mundiales en contra de una de las tantas atrocidades cometidas por los nazis al barrer literalmente un pueblo, con la intención de borrarlo de la faz de la tierra, por el atentado perpetrado contra uno de sus representantes.
La forma de protesta de los aliados fue tomar el nombre de aquel pueblo para bautizar y rebautizar poblaciones en diferentes países. Entre ellos, Brasil, México y Panamá hicieron honor a aquellos mártires y por ello hoy a las faldas del Cerro Trinidad en el distrito de Capira, los panameños tenemos un hermoso valle llamado Lídice, lo cual es un motivo de celebración cada 31 de octubre.
Desfiles de reinas, antorchas, carrozas, estudiantes de primaria y secundaria y, por supuesto, los bailes populares son la medida para celebrar la ocasión que, aunque de manera sencilla, se procura realzar cada año, llevando un toque de alegría a la población, lo cual además sirve como apertura de la celebración de las fiestas patrias.
Pero..., hablemos de todo un poco. Lídice es un lugar muy bonito, mismo que aún sobrevive casi totalmente a la presencia humana, pese a que se nota ya la mano inmisericorde de los que no creen en la importancia de poner la basura en su lugar, o creen que el lugar de la basura son las orillas de carreteras y veredas, los cauces de los ríos y quebradas o cualquier lugar en donde sientan que tienen ‘derecho’ a tirar sus porquerías.
Además, hay problemas con la venta y consumo de drogas; los raterillos (en este sentido es de lamentar que la presencia de la Policía Nacional es muy esporádica, sólo se les ve con ‘seguridad’ cuando hay algún baile, supongo que se paga el ‘servicio’ de seguridad PRIVADA); quema de terrenos para la siembra; tala de árboles; y en las casas quema de basura, sin respeto a las reglas establecidas por la autoridad del corregimiento, que parece no enterarse de que cualquier día y a cualquier hora se quema basura en las áreas habitadas.
De igual forma, el agua no es de la mejor calidad, a veces (con más frecuencia de la deseada) tiene color, olor y sabor, además de ‘premios’ y suele suspenderse el servicio, aunque más para la estación seca, en que el servicio se convierte en una verdadera calamidad. Este ‘verano’ que pasó hubo ocasiones en que se dejó de recibir el vital líquido hasta por 36 horas continuas, sin recibir ninguna explicación, pero sí la cuenta. Aunque obligada a ser justa debo decir que en agosto cuando fui a la agencia de Capira a pagar me encontré la sorpresa de que tenía un crédito a favor por poco menos de tres meses por todos los días que estuvimos sin agua este año. Aunque sinceramente, y sin ánimos de parecer malagradecida, les digo que yo prefiero pagar, pero recibir el agua TODOS los días del año sin excepción. Principalmente porque el tener el problema de suministro trae como consecuencia la necesaria práctica de mantener agua en recipientes de toda clase y quizás muchos somos (me incluyo sin modestia) conscientes y responsables con mantener dichos recipientes limpios y libres de larvas, pero lamentablemente somos los menos, y eso se comprueba fácilmente, porque el Ministerio de Salud se ve obligado a mantener un programa permanente de inspección y fumigación en el área.
Otros problemas sociales en este bello paraíso lo son la deserción escolar, embarazos en adolescentes, pobreza y pobreza extrema, que los afectados tratan de solventar con agricultura de subsistencia, pero claro que no es suficiente. Por si fuera poco las vías de acceso no están en las mejores condiciones. Incluso la vía principal es víctima ya de la falta de mantenimiento, pese a ser una vía bonita y casi bien hecha, digo ‘casi’, porque no sé qué ingeniero civil inventó que las carreteras nacionales no vienen con paso para peatones (veredas o aceras) ni suficiente espacio para detener los vehículos por cualquier percance, pero sí con puentes más angostos que la vía, lo que obliga a que los que van de subida le den ‘chance’ a pasar primero a los que van de bajada, o viceversa, porque ambos no caben en el puente al mismo tiempo.
No obstante, desde principios de este año se comenzó con un programa de construcción y mejoramiento de vías, pero, siempre el indeseable pero, dicho programa sigue dejando por fuera áreas, que si no son importantes betas de votos para las elecciones, si están habitadas nada más y nada menos que por seres humanos, que requieren de los beneficios que traen consigo las vías de acceso en buen estado. Siempre abogo por una linda comunidad llamada Majara, porque me molesta que por ser un lugar en donde dicen que la mayoría son panameñistas no se haya logrado que les hagan su carretera, que no creo que sea de más de cinco kilómetros. Sobre eso me dijo uno de esos politiqueros perredes que “por qué el gobierno de Mireya Moscoso no se las hizo”, jo! Sobran las palabras para responder a semejante estulticia, pero este es mi Panamá, lleno de ‘caciquejos’ políticos que ganan elecciones prometiendo lo que no deben con los recursos de todos y ‘castigando’ con la falta de respuestas gubernamentales a quienes consideran que no los apoyan.
Pero volviendo al tema, Lídice es un lugar donde están pendientes muchas tareas, poseedor de una naturaleza exuberante, por utilizar un término común, pero explícito; con una tierra rica y buena en donde la cosecha se levanta airosa, cuando no la afectan los bichos y el mal tiempo, pues, como ya señalé, una considerable parte de la producción es agricultura de subsistencia, carente de orientación y posibilidades de que sus dueños tengan los recursos suficientes para insumos, que les permitan producir con mayor calidad y cantidad, haciendo de esta una labor rentable, que los saque de la pobreza en que se levantan.Hace falta a las faldas del Cerro Trinidad esa misma solidaridad que hace 60 y tanto años llevó a las autoridades panameñas a cambiar el nombre de El Potrero por el de Liditz o Lídice, para que todos sus pobladores gocen de los beneficios de ese crecimiento económico que nacional e internacionalmente se le alaba a Panamá.

Algo más sobre la historia del Lídice original

Lídice es un poblado de Checoslovaquia (actual República Checa), destruido por las fuerzas Nazis, durante la II Guerra Mundial. Aparece mencionado en la literatura desde 1318. Antes de la industrialización del área, muchos de sus habitantes trabajaban en las minas y fábricas de los pueblos cercanos de Kladno y Slaný.

La masacre...

En 1942 el dirigente de las SS, Reinhard Heydrich, era 'protector' de Bohemia y Moravia, ocupadas desde 1939. El 27 de mayo de 1942, se dirigía desde el Castillo de Praga al sector de Holešovice, cuando fue atacado por dos guerrilleros de la resistencia checa, Jozef Gabčík y Jan Kubiš, entrenados en el Reino Unido, que habían descendido en paracaídas en diciembre de 1941, como parte de la Operación Antropoide. El 4 de junio de 1942 Heydrich murió en el Hospital Bulovka de Praga, por una infección. Lo que hizo enfurecer a Hitler, quien ordenó al nuevo gobernador de Bohemia, Kurt Daluege, que hiciera lo necesario para encontrar a los asesinos, iniciando así una brutal represión en contra de la población civil checa. De todas las operaciones de venganza, la más conocida es la ocurrida el 10 de junio. Ese día, fuerzas de seguridad alemanas rodearon el poblado de Lídice, cerrando todas las salidas. Este pueblo fue escogido por ser uno de los más activos en contra de la ocupación nazi, entregando a la resistencia una gran cantidad de partisanos. Al entrar al pueblo, toda la población fue sacada de sus casas, separando a todos los hombres mayores de 15 años llevándolos a un granero. Al día siguiente fueron todos fusilados. Otros 19 hombres y 7 mujeres que trabajaban en una mina cercana, fueron llevados a Praga y también ejecutados. Las mujeres y niños restantes fueron enviados al campo de exterminio de Ravensbrück, donde un cuarto de ellos murió en las cámaras de gas o por el trabajo forzado. Los niños por su parte, fueron llevados al campo de concentración de Gneisenaustreet el Łódź (actual Polonia), donde fueron separados en base a criterios raciales. Los que podrían ser objetos de 'arianización', fueron enviados a Alemania, mientras que los 82 restantes fueron asesinados en Chelmo. El poblado fue destruido y totalmente arrasado. Un documental original, realizado por los soldados alemanes ha sobrevivido como testimonio de la masacre. Un total de 340 personas fueron asesinadas (192 hombres, 60 mujeres y 88 niños). Lo mismo le sucedió a otro pequeño poblado, Ležáky, dos semanas después: los hombres asesinados, las mujeres enviadas a los campos de concentración y los niños 'arianizados' o enviados a las cámaras de gas. El resultado final de la represión por la muerte de Heydrich fue de 1,300 personas, entre partisanos, altos dirigentes checos y víctimas circunstanciales, como los habitantes de Lídice.
Los Lídice de hoy
El pueblo original fue reconstruido en 1949. Tras la masacre, muchos pueblos de diferentes países tomaron su nombre. San Jerónimo Aculco, en el DF de México, cambió su nombre por San Jerónimo Lídice; se creó el barrio y hospital Lídice en Caracas, Venezuela; y en Panamá se creó Lídice de Capira; así como varios pueblos en Brasil. De esta forma el nombre del pueblo es recordado pese a las intenciones de Hitler. Hoy el pueblo checo se levanta en un área contigua al original, donde existe un gran parque-monumento en memoria de las víctimas. La villa de Ležáky no fue reconstruida, y solo hay un monumento.

viernes, 26 de octubre de 2007

En sus manos está el futuro...

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

“Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van”, José Ingenieros - (1877-1925) - Filósofo y psicólogo argentino.

Hablar del futuro a veces produce mucha incertidumbre, sobre todo cuando, parodiando a Miró, revolvemos la mirada y nos espantamos al ver cómo nos deseducamos, destruimos nuestra identidad y sufrimos de una indolencia casi genética sobre la responsabilidad que tenemos de prepararnos y ayudar a preparar a las llamadas ‘futuras generaciones’, para que se enfrenten digna y triunfalmente a ese gran reto que está allí, no más al abrir la puerta.
Y es que al hablar del futuro no sólo debemos pensar en el futuro de Panamá, sino del mundo, pues al intentar cristalizar a las futuras generaciones ya no podemos quedarnos en nuestro pequeño país, pensando que sólo tenemos que ver con sus costas y montañas. Este mundo globalizado, lo globaliza todo, hasta la responsabilidad de tomar las decisiones sobre el destino del planeta, pues cada vez, para bien o para mal, estamos más cerca unos de otros en ese denominado ‘concierto de las naciones’.
Tampoco podemos seguir pensando que por ser hoy un país con, como siempre digo, apenas tres millones y unos cuantos más de habitantes, no vamos a tener en el futuro, no tan lejano, un papel cada vez más importante en el desarrollo mundial.
Sin embargo, para poder hacer un buen papel, tanto nacional como internacionalmente, debemos sentar las bases de ese futuro, las cuales deben ser sólidas y profundas, sin egoísmos, con ambición, pero de la buena. Planificar realmente a futuro, no hacer como con las calles en el centro de la ciudad de Panamá, que fueron construidas como si alguien hubiera tomado la decisión de que este siempre fuera un pueblito.
Es en esa dirección que debemos mirar a nuestra niñez y juventud y preguntarnos insistentemente si estamos cumpliendo con la enorme responsabilidad de formarlos como hombres y mujeres de bien, si les estamos dando los recursos para tomar nuestros lugares, en no poco tiempo.
Celebramos hoy un día más de los estudiantes. Pero ¿cuál es la realidad de la educación nacional, qué les estamos dando?; ¿El sistema educativo le está proporcionando a TODOS los jóvenes panameños la oportunidad de prepararse por igual?, creo que la respuesta es absolutamente NO. Y unido a la infuncionabilidad del sistema está la irresponsabilidad de muchos padres y madres de familia y estudiantes, que no atienden adecuadamente a sus respectivas responsabilidades con el proceso educativo y la formación correcta de los futuros profesionales.
Decimos que el futuro está en sus manos, cierto, pero debemos darles las herramientas necesarias para que cuando ese futuro llegue no se convierta en un triste presente.

jueves, 25 de octubre de 2007

Bajo presión

Esta es una colaboración de Rafael Montes (recursossinlimites@gmail.com), quien me autorizó a publicarla en este, mi espacio.

Si estás buscando empleo, observa la frase "Capacidad de trabajar bajo presión" en casi todos los anuncios clasificados. Tal capacidad se ha convertido en un requisito sine quanon para desempeñar cualquier trabajo, desde trabajador manual hasta ejecutivo senior. Pocos saben a ciencia cierta qué es esa "capacidad" y qué implica. La palabra "bajo presión" proviene de la era industrial, de allí que algunos consideran que con capital humano bajo presión, se optimiza la producción. La máxima invención de Watt y Fulton transformaba la energía de una cantidad de vapor de agua en trabajo mecánico o cinético, aunque produciendo ruido, movía barcos, trenes y maquinaria de producción, por lo que esta capacidad es comparable con la máquina de vapor.No es lo mismo trabajar bajo presión, que una relación laboral bajo presión, aunque se tiende a confundirlas. El trabajo de por sí trae su propia presión, por ello no debe dispararse la presión en la relación empleador-trabajador y si esto es necesario, entonces ha llegado la hora de reemplazar al trabajador. Lo que realmente el empleador desea es el funcionamiento eficaz de la antigua máquina de vapor, pero sin el ruido. Lo que él exige es el rendimiento sin las consecuencias de los excesos. Es natural que la máquina funcionando como máquina producirá aquel ruido intenso al estar bajo presión, somos seres humanos, de allí que la inteligencia emocional cobre vigencia con los arrolladores sistemas económicos, industriales y gerenciales, globalizados.Asumamos un caso típico: Pedro siempre ha sido un excelente trabajador, se desempeña como asistente de producción y tiene tanto la capacidad para desempeñar su puesto, como la educación y la experiencia. Primero, ha de suponerse que él debe trabajar las 8 horas, pero él trabaja 12 y solo le pagan 8, le dicen que su salario de $ 600.00 es de ejecutivo y por lo tanto no se le pagan horas extras. Segundo, su jefe le ordena le traiga el café, aún habiendo quien desempeña esa honorable labor, aparte de ir a buscar al mediodía el sándwich cubano. Tercero, Pedro es el más cercano al jefe, cuando éste llega de mal humor por cosas fuera del trabajo, dice improperios e insultos relativos a la incapacidad e inutilidad. Cuarto: La olla de presión "revienta".Toda acción genera una reacción. Es muy probable que en una discusión no sepamos cómo responder adecuadamente, y respondamos al impulso, perdiendo contacto con nuestra inteligencia emocional. Las consecuencias de una relación laboral bajo presión son obvias, ambos son seres humanos, pero los efectos en un buen trabajador como Pedro, son desastrosos. Es importante conocer nuestras reacciones cuando estamos estresados, para encausar nuestra reacción en una dirección constructiva. No se pretende reprimirlas, pero sí buscar la forma de ser escuchados, siendo tolerantes, pero sobre todo actuando con empatía. Cuesta tener reacciones más apropiadas, pero, lo mejor es respirar hondo y esperar a que sea el momento indicado, cuando exista la oportunidad de aclarar lo que está sucediendo o hacer valer tus derechos y un trato más humano. No es una broma, lo que ves en el diario es lo que se requiere, si no tienes la "capacidad de trabajar bajo presión", no tienes el trabajo, o si trabajando, se descubre que no la tienes, lo pierdes. La era de la globalización ha llegado para quedarse, no obstante, los trabajadores no son máquinas, hay que humanizar la gestión con inteligencia emocional.
-El autor es asistente legal.

jueves, 18 de octubre de 2007

Escalofríos

(Para quienes no lo hayan leído)
Fue publicado en La Estrella de Panamá el lunes 15 de octubre de 2007.

Por Doris Hubbard-Castillo

Alguien dijo "no hagas cosas buenas que parezcan malas", y otra persona más, que supongo era religiosa, dijo que "escandalizar es un pecado". Bueno, estas dos premisas parece que no son conocidas por muchos miembros del actual gobierno, ya que constantemente en sus actuaciones, que noblemente (o ¿ingenuamente?) presupongo de buena fe y con la mejor intención en beneficio del país y los asociados, hacen cosas, según ellos, buenas, que dan la ¿percepción? de ser malas y que, por supuesto, escandalizan a un pueblo que todavía no sana las heridas dejadas por 21 años de dictadura cariñosa.
Hoy, creo que hay cierta cantidad de personas escandalizadas o quizás con calambres en el estómago por una visión del pasado, aún cercano. Un pitufo, y no se trata de Papá Pitufo ni de Gruñón, Goloso, Vanidoso o Miedoso. Sino de uno de esos camiones usados para controlar (¿o será reprimir?) multitudes, que era muy común ver en la época de Noriega durante las protestas de los opositores.
Desde que lo vi, momento en que me produjo (literalmente) escalofríos, estoy tratando de adivinar su precio, alguien me dijo que definitivamente no deber ser menos de 100 mil dólares, que ya es bastante; y me pregunto ¿cuántos vehículos sencillos (por llamarlos de alguna manera), pick up de doble cabina o de una o sedanes de cuatro puertas, además de motos y bicicletas, armas cortas (revólveres calibre 38, nueve milímetros), o armas larga (escopetas, etc.) se pueden comprar con lo que cuesta un monstruo de esos, digno de ser la limosina de RoboCop?
Y me lo pregunto, porque si bien hay momentos en que mis compatriotas que salen a protestar por los males que aquejan a nuestro país y por los que la gran mayoría silenciosa y por silenciosa, permisiva, parece que no estuviéramos sufriendo, me provocan retrasos para llegar a mi destino, yo prefiero que en lugar de andar comprando súper equipos para reprimirlos, se compren los necesarios y suficientes para hacer que el hecho de que las niñas sean asesinadas en sus casas sea una cosa muy extraña en Panamá; porque si la Policía anda por las calles del país cumpliendo con su deber de cuidar nuestra vida y bienes, adecuadamente equipada y con los medios para moverse rápido, no es que no se cometerán crímenes, pero de seguro los índices bajarían.
Claro está, además de equipos, necesitan una limpieza interna, para garantizarnos que si no todos son buenos, tampoco todos son malos. Los panameños necesitamos tener confianza en la Policía Nacional, creer y sentir que en efecto sus miembros están para ayudarnos, cuidarnos y garantizarnos, en la medida humana de sus posibilidades, la vida. Que su presencia no provoque rechazo, sino tranquilidad, sensación de seguridad y respeto, y no por el uniforme y las armas, sino por ser quienes están allí, arriesgándolo todo por proteger a sus compatriotas.
En ese sentido, que salgan imágenes del ahora llamado pitufo del S. XXI, más que hacer pensar en seguridad, da una molesta sensación de que quieren intimidar; y no es que se quiera vivir del pasado, es que el pasado no lo podemos olvidar, sin sufrir como pena que se repita.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Roberto Vásquez, la terquedad es mala consejera

Doris Hubbard-Castillo
dhubbard@estrelladepanama.com

No soy experta en boxeo, es más ni me gusta, porque de partida no lo considero un deporte, pero cuando se trata de mis compatriotas dedicados a él hago una excepción y sudo, lloro, hago la pelea con ellos y me enojo cuando los tratan mal o ellos mismos son los que se boicotean, porque meten sus atléticas extremidades inferiores.
Mi boxeador favorito siempre será Mano de Piedra, aún retirado, creo que lo quiero como si fuera de mi familia. Pero después de él llegó ‘La araña’, quien me emocionó hasta las lágrimas el día que lo conocí en persona durante una visita que hizo a la Redacción de La Estrella de Panamá, cuando ganó su primer título.
Un joven gentil, del que lo único que escuchaba eran elogios, por su don de gente, disciplina y responsabilidad. Hoy las cosas parece que han cambiado, todos lo critican, lo señalan y juzgan por los últimos sucesos en los que no pudo pelear, porque no hizo el peso.
Eso no me extraña, lo del cambio de actitud, es muy común en Panamá hacer leña del árbol caído, nos olvidamos de los momentos gratos, llenos de orgullo y emoción que nos regaló en un abrir y cerrar de ojos y en lugar de entrar en un análisis profundo y benévolo del porqué de su falla, comenzamos a tildarlo de todo lo que se nos viene en gana, sin siquiera haberlo escuchado.
Pero no deja de ser cierto, Roberto, me tomo la licencia de llamarlo por su nombre de pila, tiene una responsabilidad que parece no haber cumplido, porque simplemente no le dio la gana; aunque creo que en realidad el problema estriba en algo que el colega Andrés Álvarez le señaló en su entrevista del miércoles pasado: “¿Si estás cómodo en las 123 libras, por qué no te quedas en los pesos plumas o gallo?”.
Pero el joven gentil del que hablaba al inicio parece que es terco o está mal aconsejado, pues sostiene que: “Yo seguiré realizando mis peleas en el peso de las 112 libras, estoy seguro que puedo hacer mis peleas en la categoría mosca”.
¿Seguro?, si mal no recuerdo en otra pelea, tuvo similar problema, aunque hizo el peso, le costó mucho lograrlo, por ello subió de categoría apenas pasó el trance del encuentro aquel.
Estoy convencida de que Roberto Vásquez es un muchacho excelente y verdaderamente bueno en la disciplina que ha escogido, pero quizás requiere de una mejor orientación. No es fácil mantener el peso adecuado y menos si está por debajo de nuestra capacidad física, no hay que ser experto para saberlo. Obligarse a ello hace que corra riegos su salud y por ende el rendimiento en sus compromisos.
Me atrevo a aconsejar a Roberto, como dijo Andrés Álvarez, has el peso en el que estés más cómodo.
Y..., Panamá te quiere, de eso sí puedes estar seguro.