jueves, 8 de noviembre de 2007

Justicia para todos, por la salud de los panameños

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Cuando nos tocan lo más importante, la vida, es difícil quedarnos callados al respecto, pero más difícil es ser justos en nuestras apreciaciones sobre los acontecimientos. Sobre todo cuando todas las partes tienen parte de la razón.
Son la vida y la justicia el tema central de la diatriba que se ha generado en torno a las demandas de los gremios médicos que prestan sus servicios en el sector público. La vida, porque lógico es que la salud, la buena salud y su preservación, son el motivo de ser de los llamados profesionales de la salud.
Son justas las aspiraciones salariales de los médicos, sí, lo son; está en lo cierto el gobierno cuando señala la necesidad de mejorar la atención a la salud de los panameños, sí, claro que sí.
Pero, entonces ¿dónde está el problema? Comencemos con el lado más flaco, los médicos.
Hablando de derechos y deberes de los médicos como profesionales, deben estos reconocer, que al igual que los educadores, no todos dan lo mejor de su capacidad y dedicación en beneficio de su razón de ser, la población que acude a ellos en busca de salud. Todos los que hemos sido usuarios del sistema de salud en algún momento tendremos alguna historia de negligencia, groserías y faltas de respeto de médicos que se han cruzado en nuestro camino y los cuales, además de dar una pésima atención, actúan como si fueran seres privilegiados que merecen todo el respeto y sumisión de los pacientes, pero que no respetan a los mismos y mucho menos toman las mejores decisiones.
Llegan tarde, se van temprano, en la consulta ni miran a los pacientes, ni la presión les toman, les preguntan qué tienen (si lo supieran no necesitarían al médico, solo poder comprar las medicinas, no?), muchos tratan pésimo a los familiares de los pacientes, los cuales no pueden ni preguntarles qué tiene el familiar, porque son demasiado importantes para hablar con gente tan burda, ¿verdad?
Cuando, por ejemplo, se trata de una parturienta en uno de estos hospitales como la Caja de Seguro Social, de los del Ministerio de Salud (Santo Tomás, Nicolás Solano, etc.) aunque la referencia diga CESÁREA, pues no, la hacen sufrir hasta que ya no pueda más. La OBLIGAN a parir, quién la manda a ser pobre, caray! Si estuviera en un hospital privado no la dejan ni llegar cuando ya la tienen anestesiada para operar, aunque sí pueda tener un parto normal, las cesáreas cuestan más trabajo, pero también más dinero.
Este es solo un ejemplo, uno específico, pero muy común, doloroso y real, cuántos niños han muerto en el vientre de la madre, cuánto niños con parálisis cerebral la tienen por problemas provocados durante el parto por un médico que no quiso hacer una cesárea a tiempo, sería bueno documentarlo.
Claro que hay que mejorar la atención de salud, la cual en gran medida requiere de médicos que recuerden constantemente que en sus manos está lo más valioso de todo ser, la vida, y que en cierta forma están jugando a ser Dios. Él o ella no puede detener el curso de la vida y hacer milagros, porque, como se dice, al que le toca le toca, pero sí puede hacer la diferencia, que se tenga la certeza de que hizo todo lo humanamente posible, apoyado en lo que sus estudios y experiencia, poca o mucha, le han otorgado para dar la esperanza a quienes acuden a él de que sus vidas están siendo cuidadas.
Si contamos con ese médico o médica humano (a), consciente, responsable, cumplido (a), amable, generoso (a), solidario (a), protector (a), además de profesional y dedicado (a), tenemos un gran porcentaje de la batalla ganada.
Ahora vamos con el gobierno, el lado que tiene el poder. Cuando era chica mi mamá me decía que quien tiene la autoridad (el poder) es siempre la piedra, pero yo creo que el poder debe saber administrarse, para no caer en los excesos en su uso y no provocar situaciones irreconciliables, si se tiene la solución, pues, entonces, den la solución. Esto no se puede discutir en un campo de batalla, porque el gobierno tiene una responsabilidad suprema sobre la vida de la población. Es el gobierno el llamado a dar las respuestas, el llamado a resolver, no puede convertirse en un luchador inconsciente, que mide fuerzas para demostrar quién tiene la simpatía de la población.
Como me comenta Jean Marcel Chéry, toda huelga de servicios provoca rechazo en la población. Por supuesto que los provoca, le reitero yo. Sobre todo por la forma en cómo se han dado los servicios y porque se trata de la salud de las personas. Pero el hecho de que se esté afectando a los miles de panameños que van a los hospitales públicos a buscar atención, no le quita la razón a los médicos sobre sus aspiraciones a mejores días para ellos y sus familias, como todos los profesionales de este país.
Pero los argumentos de los representantes del gobierno NO son falsos, sin embargo, al decidir medir fuerzas quienes nos dedicamos a este negocio de analizar, con buen tino o no, nos preguntamos, ¿es hasta ahora que el gobierno se da cuenta de las fallas del sistema de salud en lo que a la atención de los médicos se trata?; ¿cómo es que a otros trabajadores de la salud SÍ se les dio un aumento, por qué no a los médicos, se les está pasando la factura por haber sido una gran piedra en el camino cuando lo de las reformas a la Ley Orgánica de la CSS?, ¿se ha convertido la salud del pueblo en un tema de discernimiento político? Ojalá no, porque de lado y lado serían unos criminales, merecedores de todo el rechazo de la población y del más severo juicio de la historia.
Para mi concepto este gobierno, formado por una gran cantidad de personas que han estado en gobierno durante los últimos 39 años, que saben cómo se negocia, se ha equivocado en todas sus estrategias de negociación para resolver conflictos internos. Parece que en democracia, perdieron la capacidad, la sagacidad, para la negociación, misma que ponen en práctica en temas internacionales.
Las carencias del sistema de salud, si bien se agravan con la irresponsabilidad de muchos médicos, enfermeras y auxiliares; en fin, de muchos profesionales de la salud, que en el sector público son una persona y en el privado otra, algo así como la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, son también debido a la mala administración de los recursos económicos, que privan a hospitales y centros de salud de los mínimos insumos para curar a los enfermos y asegurarles esa esperanza de vida de buena calidad que todos, sin distinción, merecemos.
¿A los que estamos en el medio qué nos queda?, pues, pedir que piensen en nosotros, quienes dependemos de ellos, de médicos y gobierno, que están poniendo en peligro nuestra salud, nuestra vida. Que ambos lados que ostentan el poder, y que increíblemente son la minoría, piensen en nosotros, la mayoría, que lamentablemente, igual que ellos, no podemos decidir si nos enfermamos o no, pero ellos sí pueden decidir darnos la seguridad de que cuando acudimos a un centro médico, acabados por un resfriado o una enfermedad grave, o cuando una mujer de la campiña o de la ciudad vaya a tener su hijo, recibiremos lo que vamos a buscar, buena atención y todos los cuidados a nuestra salud.

1 comentario:

Rafael Montes Gómez dijo...

Me parecen excelentes tus planteamientos sobre un teme tan complejo y estoy de acuerdo contigo. tambien hay que sumarle a los hechos que se les dio aumento a otros en el sector salud exceptuando a los médicos, cosa que más bien pareciera un castigo por la posición de los gremios médicos con respecto a algunas politicas gubernamentales que en realidad fue vista como falta de apoyo al gobierno. Sigo creyendo que en su mayoria son excelentes profesionales y que los administradores del sector salud que trabajan con las uñas, tambien los son (al respecto ver mi articulo "Buenas noticis de buenos médicos").