lunes, 31 de diciembre de 2007

En busca de la paz

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

Un trabajo difícil parece ser el lograr la paz, sobre todo cuando se vienen sobre nosotros hechos tan lamentables como asesinatos de líderes políticos, como Benazir Bhutto, quien, a pesar de las sombras sobre su vida pública, representaba la esperanza de mejores días para su pueblo.
Sin embargo, no debemos claudicar, la paz, igual que la santidad para los cristianos, debe ser una meta inclaudicable de la humanidad. Nada ni nadie debe nublar nuestra razón en esa búsqueda justa y necesaria de la paz en el mundo.
Pero, debemos recordar que: con pobreza, no hay paz; con hambre, no hay paz; con violaciones a los derechos humanos, no hay paz; con corrupción en nuestros sectores gubernamentales y civiles, no hay paz; con niños, niñas, adolescentes y mujeres víctimas de la discriminación y la violencia en todas sus formas, no hay paz.
No podemos brindar, ni con champaña, ni con jugo de naranja, no podemos ni siquiera pensar en brindar por todo lo bueno que tenemos, los que algo bueno tenemos, sin pensar que en muchos hogares, millones de hogares, no tienen siquiera qué comer, niños y niñas mueren por enfermedades fácilmente prevenibles, mientras el mundo privilegiado se sienta a disfrutar de sus 'alegrías', sin tomar la determinación de aportar su grano de arena para cambiar la otra cara de la realidad.
En el 2007 se deben quedar la inercia, la indiferencia, la poca calidad humana que afecta a muchos, lo cual no les permite hacer nada bueno en favor de nadie.
Buscar la paz debe ser nuestro primer propósito del año que ya inicia, pero a través de la justicia social, porque sin ella será imposible lograrlo.
A los creyentes y no creyentes, deseo que este nuevo año 2008 les traiga la tan anhelada PAZ.

Feliz Año!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonita carta al Sr. año 2008 Doris. Pasa feliz año tanto tú como los amigos/as que visitan tu blog.

Vicent

Doris Hubbard-Castillo dijo...

Gracias, Vicent por visitar mi blog, es un honor que me haces.

Anónimo dijo...

En mi país, El Salvador, lograr esa relativa tranquilidad que se sintetiza con la palabra paz, ha costado y sgue constando mucha sangre. No puede haber paz, mientras hayan injusticias y mientras los hombres y las mujeres no tengamos paz interior.Para lograr la paz debemos despojarnos de nuestras imperfecciones como humanos primero, es decir, el egoismo, la envidia y otros males espirituales que impiden la convivencia pacífica entre los seres humanos y que no nos dejan vivir en paz con nosotros mismos.
Esos mismos antivalores espirituales han hecho que sociedades enteras se sumerjan en luchas intestinas, como en la que me he criado, primero porque unos mantiene el control de todo, y otros por intentar conseguir lo que aquellos, por el egoismo, les han quitado y los han dejado en la miseria.
En El Salvador, la ambición de unos pocos por adueñarse de las tierras, en un primer momento, dejó en la calle a miles de miles de campesinos e indígenas, que se concentraron en comunidades que ahora constituyen los cinturones de pobreza en este país centroamericano, donde más del 60 por ciento de la población, calculada en 6 millones de habitantes, es subempleada.
A partir de ese momento, la paz en El Salvador, un empobrecido país de la región, quedó amenazada para siempre.
Considero, Doris, que para que haya paz, los hombres y las mujeres debemos despojarnos de esos sentimientos primitivos con visos animalescos para dar paso a la razón que, en resumidas cuentas, es el don más preciado de la humanidad para llegar al entendimiento. Gracias por este espacio. Saludos

Elder Gómez
Periodista salvadoreño

Anónimo dijo...

Hola

Anónimo dijo...

Hola