jueves, 1 de noviembre de 2007

Nuestro Lídice está de fiesta, pero hablemos de algo bonito y algo no bonito

Por Doris Hubbard-Castillo
dehubbard.castillo@gmail.com

El pueblo panameño siempre ha sido solidario con el mundo entero, a veces no somos muy nobles entre nosotros mismos, pero siempre hemos sido un buen pueblo, al que es muy fácil hacer vibrar las fibras más íntimas de su corazón.
Por ello no es de extrañar que por los años 40 Panamá decidiera hacerse eco de las reacciones mundiales en contra de una de las tantas atrocidades cometidas por los nazis al barrer literalmente un pueblo, con la intención de borrarlo de la faz de la tierra, por el atentado perpetrado contra uno de sus representantes.
La forma de protesta de los aliados fue tomar el nombre de aquel pueblo para bautizar y rebautizar poblaciones en diferentes países. Entre ellos, Brasil, México y Panamá hicieron honor a aquellos mártires y por ello hoy a las faldas del Cerro Trinidad en el distrito de Capira, los panameños tenemos un hermoso valle llamado Lídice, lo cual es un motivo de celebración cada 31 de octubre.
Desfiles de reinas, antorchas, carrozas, estudiantes de primaria y secundaria y, por supuesto, los bailes populares son la medida para celebrar la ocasión que, aunque de manera sencilla, se procura realzar cada año, llevando un toque de alegría a la población, lo cual además sirve como apertura de la celebración de las fiestas patrias.
Pero..., hablemos de todo un poco. Lídice es un lugar muy bonito, mismo que aún sobrevive casi totalmente a la presencia humana, pese a que se nota ya la mano inmisericorde de los que no creen en la importancia de poner la basura en su lugar, o creen que el lugar de la basura son las orillas de carreteras y veredas, los cauces de los ríos y quebradas o cualquier lugar en donde sientan que tienen ‘derecho’ a tirar sus porquerías.
Además, hay problemas con la venta y consumo de drogas; los raterillos (en este sentido es de lamentar que la presencia de la Policía Nacional es muy esporádica, sólo se les ve con ‘seguridad’ cuando hay algún baile, supongo que se paga el ‘servicio’ de seguridad PRIVADA); quema de terrenos para la siembra; tala de árboles; y en las casas quema de basura, sin respeto a las reglas establecidas por la autoridad del corregimiento, que parece no enterarse de que cualquier día y a cualquier hora se quema basura en las áreas habitadas.
De igual forma, el agua no es de la mejor calidad, a veces (con más frecuencia de la deseada) tiene color, olor y sabor, además de ‘premios’ y suele suspenderse el servicio, aunque más para la estación seca, en que el servicio se convierte en una verdadera calamidad. Este ‘verano’ que pasó hubo ocasiones en que se dejó de recibir el vital líquido hasta por 36 horas continuas, sin recibir ninguna explicación, pero sí la cuenta. Aunque obligada a ser justa debo decir que en agosto cuando fui a la agencia de Capira a pagar me encontré la sorpresa de que tenía un crédito a favor por poco menos de tres meses por todos los días que estuvimos sin agua este año. Aunque sinceramente, y sin ánimos de parecer malagradecida, les digo que yo prefiero pagar, pero recibir el agua TODOS los días del año sin excepción. Principalmente porque el tener el problema de suministro trae como consecuencia la necesaria práctica de mantener agua en recipientes de toda clase y quizás muchos somos (me incluyo sin modestia) conscientes y responsables con mantener dichos recipientes limpios y libres de larvas, pero lamentablemente somos los menos, y eso se comprueba fácilmente, porque el Ministerio de Salud se ve obligado a mantener un programa permanente de inspección y fumigación en el área.
Otros problemas sociales en este bello paraíso lo son la deserción escolar, embarazos en adolescentes, pobreza y pobreza extrema, que los afectados tratan de solventar con agricultura de subsistencia, pero claro que no es suficiente. Por si fuera poco las vías de acceso no están en las mejores condiciones. Incluso la vía principal es víctima ya de la falta de mantenimiento, pese a ser una vía bonita y casi bien hecha, digo ‘casi’, porque no sé qué ingeniero civil inventó que las carreteras nacionales no vienen con paso para peatones (veredas o aceras) ni suficiente espacio para detener los vehículos por cualquier percance, pero sí con puentes más angostos que la vía, lo que obliga a que los que van de subida le den ‘chance’ a pasar primero a los que van de bajada, o viceversa, porque ambos no caben en el puente al mismo tiempo.
No obstante, desde principios de este año se comenzó con un programa de construcción y mejoramiento de vías, pero, siempre el indeseable pero, dicho programa sigue dejando por fuera áreas, que si no son importantes betas de votos para las elecciones, si están habitadas nada más y nada menos que por seres humanos, que requieren de los beneficios que traen consigo las vías de acceso en buen estado. Siempre abogo por una linda comunidad llamada Majara, porque me molesta que por ser un lugar en donde dicen que la mayoría son panameñistas no se haya logrado que les hagan su carretera, que no creo que sea de más de cinco kilómetros. Sobre eso me dijo uno de esos politiqueros perredes que “por qué el gobierno de Mireya Moscoso no se las hizo”, jo! Sobran las palabras para responder a semejante estulticia, pero este es mi Panamá, lleno de ‘caciquejos’ políticos que ganan elecciones prometiendo lo que no deben con los recursos de todos y ‘castigando’ con la falta de respuestas gubernamentales a quienes consideran que no los apoyan.
Pero volviendo al tema, Lídice es un lugar donde están pendientes muchas tareas, poseedor de una naturaleza exuberante, por utilizar un término común, pero explícito; con una tierra rica y buena en donde la cosecha se levanta airosa, cuando no la afectan los bichos y el mal tiempo, pues, como ya señalé, una considerable parte de la producción es agricultura de subsistencia, carente de orientación y posibilidades de que sus dueños tengan los recursos suficientes para insumos, que les permitan producir con mayor calidad y cantidad, haciendo de esta una labor rentable, que los saque de la pobreza en que se levantan.Hace falta a las faldas del Cerro Trinidad esa misma solidaridad que hace 60 y tanto años llevó a las autoridades panameñas a cambiar el nombre de El Potrero por el de Liditz o Lídice, para que todos sus pobladores gocen de los beneficios de ese crecimiento económico que nacional e internacionalmente se le alaba a Panamá.

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