miércoles, 16 de mayo de 2012

Sesiones extraordinarias

Cada final de periodo legislativo, no solo en este gobierno, es llamada la Asamblea Nacional a sesiones extraordinarias.

Cada vez que esto ocurre el mal sabor que deja el rendimiento de los antes legisladores hoy diputados aumenta. Pero en esta ocasión es peor, pues el redimiento fue pobrísimo, escaso, y la pregunta que nos hacemos es por qué pagarles más por seguir haciendo mal su trabajo.

En la administración de recursos humanos en la empresa privada, hay quienes aseguran que el empleado -o colaborador, como han dado en llamarlos ahora- que necesita trabajar fuera de su horario regular, es porque no aprovecha bien el tiempo; esas ocho horas que marca y que incluyen su hora de almuerzo y los 'coffee break', las idas al baño, las llamadas a casa, los coqueteos en los pasillos, etcétera. Por eso las horas extras, los domingos en la oficina o la ruma de papeles del trabajo en la mesa del comedor de la casa. No necesitan más tiempo en la oficina, necesitan responsabilidad y organización.

En ese orden y hecha la analogía, podemos decir que en el caso de la Asamblea Nacional, el sentimiento generalizado es de insatisfacción, sobre todo cuando se aprueban leyes que no gozan de la total aceptación de la sociedad; pero, otras, como las sociales -pensiones alimenticias, por ejemplo-, carecen del apoyo e impulso de los diputados.

Lo que sentimos es que, tanto al Ejecutivo como al Legislativo, les importa un bledo con nuestra opinión y expectativa sobre el desempeño de sus funciones.

Ojalá comiencen a interesarse en la participación activa en la política panameños y panameñas verdaderamente comprometidos con el bienestar de la población y que una vez lleguen a los puestos, gracias a los votos del pueblo, no varíen el discurso, a ver si así logramos cambiar totalmente la Asamblea Nacional.

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