miércoles, 5 de agosto de 2009

Hablando de niños y jóvenes

(Publicado en La Estrella de Panamá el 5 de agosto de 2009)

Doris Hubbard-Castillo

Seguiré con el tema, porque da para mucho, tanto por el lado bueno como por el no bueno. Hoy, solo quiero hacer una pequeña reflexión como la niña y joven que alguna vez fui y como la adulta que ahora comparte la responsabilidad de criar a varios chicos y una chica preciosa y súper consentida. Y comenzaré así en llano, porque el espacio es corto. A cualquier persona, de la edad que sea, pero sobre todo a una muy joven, difícilmente se le convence de enderezar el camino a los trompones y con palabras ofensivas.

He percibido una tendencia en ciertos “expertos” a referirse de manera ofensiva a los “infractores”, ya sea por andar en pandillas o haciendo de las suyas solos e incluso sobre una joven bella, pero no tan culta. Como si quien utiliza palabras más fuertes para calificar, más que a las malas acciones, a quienes las ejecutan, fuera el más docto en el tema.

Para pelear se necesitan dos, y esos dos no necesariamente serán dechados de virtudes en cuanto a diálogo se refiere, por ello pelean... y... ¡qué tal!... se requieren mediadores. Y los que usualmente son llamados a mediar son los “expertos”, pero si los “expertos” usan el mismo lenguaje de la “gente común”, sobre la cual recae gran parte de la responsabilidad de lo que sucede, y sueltan expresiones como “delincuentes genéticos”, “enfermos por el sexo”, etc., etc., etc. y todas esas etcéteras en mayúsculas cerradas, me quieren decir... ¿quién... va a mediar?

Ya sabemos que hay un problema serio con nuestra niñez y juventud. Muchos de ellos tienen una mala actitud, por la que se muestran renuentes al diálogo, al consejo, a la orientación, pero... ¿lograremos cambiar la situación actual con la palabra dura, prejuzgando, concluyendo que genéticamente son malos?

De una amena conversación con el Dr. Carlos Russell, quien ha trabajado con chicos pandilleros en el Bronx, concluí, entre otras cosas, que si los adultos pensamos y actuamos así, no podremos hacer nada... ni por ellos, ni por nosotros...

Se necesita determinación y carácter para corregir a un niño, niña o joven de conducta "difícil", pero debemos ser sabios, como adultos, en el manejo que le vamos a dar a la situación. Sabiduría que no estoy segura de que la contengan los libros sobre conducta humana y demás, donde, como en cualquier libro sobre teorías de cualquier ciencia, está exactamente eso, la teoría. La "práctica" nos la da la vida y nos la mejora el amor y el deseo porque realmente nuestros muchachos y muchachas tengan un futuro prometedor, basado en una buena educación académica, reforzada por una sólida formación moral y espiritual, la cual todos necesitamos.

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