Por lo tanto, cuando digo o hago, quienes me escuchan o ven saben que soy honesta, quizás a veces no muy simpática, pero siempre honesta.
Qué tranquilidad da ser así, aunque me reste simpatizantes, que al final de cuentas no me importan, o me importan muy poco, porque quienes necesiten que sea falsa para agradarles no son las personas a las que quiero agradarles. Já, qué vaina, y es la gente que parece que más abunda, aunque no, quiero pensar que la gente auténtica, de una sola cara, es mayoría.
Es como mi imagen ideal de fin de semana desconectada de todo... y de todos... de caminar por una calle a la orilla de la playa, a media tarde, pero sin mucho sol, con toda la brisa marina en mi cara, alborotándome este cabello rizado, herencia de mi abuela negra, trayéndome el canto de las aves... y el sabor del mar; mi manera de sentirme natural, auténtica, un poquito salvaje... sin olvidar a Gabo... Qué sensación tan linda, ser yo... solo yo... a pesar de todo... a pesar de lo que cuesta quedar bien con otros...
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