
No voy a decir que "en paz descanses", porque no era "esa" la "paz" que promovías, no la paz de los cementerios... porque después que te han matado las balas, no te voy a matar yo de olvido.
Lo dijo un caminante: "viejo, a tus 74 años, parece que el que vivieras más, a alguien le dio miedo".
Fuiste el más genial, el más sincero, el más dulce, el más simpático y proverbial de los vagabundos...
No voy a decir que "en paz descanses"... porque después que te han matado las balas, no te voy a matar yo de olvido.
Espero que ya te los hayas encontrado -a Jesús, a Miguel Ángel, a la Madre Teresa, a tu madre y a la mía, igual que a las abuelas y mira que hasta a Juan Pablo, que, igual que tú, sabe gozar de un buen chascarrillo.
Lástima, "la mudanza" fue más bien un desalojo a la fuerza... Y como cosa del destino... un día dijiste que habías nacido en una calle... y en una calle moriste...
Pero... más que Cabral, hombre cabal, de palabras sinceras y sentimientos bellos... no voy a decir que "en paz descanses"... porque decirlo es aceptar que esa paz de los muertos, entre mirtos y lápidas, lágrimas y desconsuelos será la que nos hará olvidar tu amor transformado en verso... Y después que te han matado las balas, te estaré matando yo de olvido...
¡Vive, vive Cabral! ¡Vive en tu pueblo!
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