miércoles, 8 de abril de 2009

Tiempo de reflexión

DORIS HUBBARD-CASTILLO

“Estar en tiempo de reflexión”, es más que una frase rebuscada que utilizamos en cualquier época en que quienes profesamos alguna creencia religiosa pensamos en recogernos “suavizados”, quizás hasta “sublimizados”, por lo que para nosotros es una “fecha especial”.

La “reflexión” es para mí casi una cualidad humana, que debemos cultivar. No siempre lo logramos. Personalmente, aunque suelo darle muchas vueltas a lo que debo hacer, no puedo decir que siempre reflexiono. Claro que en los asuntos que conllevan aceptaciones o renuncias, hago un balance de pros y contras, pero no en todo y ello no siempre implica reflexión.

Metidos como estamos, queramos o no, en esto de la campaña política, siento que nos hemos dejado llevar por la tendencia a la descalificación, al insulto, a la palabra hiriente. Esto interesados más en desarmar al supuesto adversario, que en llegar a un punto en que logremos el análisis sesudo, respetuoso. Nos olvidamos de la argumentación seria y equilibrada, pues, es más fácil insultar, destruir, que pensar en un balance correcto de lo que diremos.

¿Estamos pensando antes de hablar? ¿Estamos claros en que las palabras no siempre se las lleva el viento y que cada “sentencia” que soltamos deja un daño que puede ser irreversible? ¿Estamos seguros de que nuestras palabras y acciones siempre están firmemente revestidas de un puro interés por hacer el bien?

Alguna vez escuché a alguien decir que la política es cochina, por ello, no ha de exigir reflexión; pero otro señaló que no, que la política es un arte y los cochinos son los políticos, por lo que no hay que esperar que piensen, menos que reflexionen. Pero hace poco escuché de alguien un “no es cierto” tajante cuando su interlocutor dijo que ningún político dice la verdad. Eso sustentan mi esperanza, porque tampoco creo que todos sean cochinos o mentirosos, y sí podemos esperar que piensen y reflexionen.

Y así, todos, dedicados a la política de manera abierta o no, podemos reflexionar sobre nuestras palabras y acciones antes de ejecutar los hechos, porque, con esto de la descalificación y el insulto estamos dañando nuestra sociedad. Ofendemos, denigramos y cerramos la puerta a cualquier posibilidad de diálogo.

Yo procuraré reflexionar en estos días, confío en que Dios se apiade de mí y de quienes se crucen en mi camino.

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